O es pecado... o engorda

Blade Runner Restaurant

Cuantas predicciones futuristas no se habrán quedado entre los dibujos de un cómic, las páginas de un libro o las pantallas de cine... En 2001 no llegamos a Júpiter –que sepamos-. No hemos conseguido viajar en el tiempo –aún-. Nuestras ciudades no las sobrevuelan cientos de pequeños coches alados –¡si no se ven ni los eléctricos!-. No hemos conseguido delegar todo el trabajo en unos replicantes –no cuentan la Thermomix ni el robot aspirador-. Y... la comida no ha sido sustituida por píldoras, ni para los astronautas.astronatutas

De hecho, en las naves espaciales comen alimentos deshidratados que cumplen la doble función de ocupar poco espacio y de conseguir una buena conservación. Además, es comida relativamente normal, aunque medida y estudiada para conseguir un buen equilibrio alimenticio. El papel de cápsulas, píldoras y pastillas queda más restringido a los suplementos nutricionales o a los elixires de juventud de variadas y a veces exóticas procedencias –para mayor información, consultad a Sanchez Dragó-.

Comentando este tema, el de la comida del futuro, con un amigo aficionado a la ciencia ficción, me habló de una película que le había dejado sobrecogido: "Cuando el destino nos alcance", basada en la novela: "Make Room". Es de Richard Fleischer y la protagoniza Charlton Heston, que estaba muy futurista esa temporada. No la he visto, pero me he informado. A saber, año 2022: unos pocos viven fenomenal y comen la poca verdura y carne que queda en el planeta, devastado por el cambio climático. Los más, como siempre, malviven en la calle comiendo un potingue que se llama Soylent rojo y amarillo. A lo largo de la película, entre asesinato e investigación para dar un poco de argumento, aparecerá otro Soylent, el verde, supuestamente elaborado con placton. Me temo que os voy a contar el final: el preparado alimenticio en cuestión se hace con restos humanos, que se ve que la situación no estaba para desperdiciar nada. Visión apocalíptica, ya veis, del futuro alimentario.

Pero lo que de verdad resulta escalofriante es que realmente hay un chico muy listo de Atlanta, Rob Rhinehart, al que cocinar y comer le parece una enorme pérdida de tiempo y ha inventado una especie de batido que recoge todas las necesidades humanas en cuanto a nutrición. Y no se le ha ocurrido otra cosa que llamarlo Soylent. Eso sí, asegura que no hay trazas de carne, ni humana ni animal. Y dice que el 90 por ciento de su alimentación se basa en este producto que, al parecer, va a convertirle en millonario.

Bueno, la sustitución de una o varias comidas por batidos, barritas y otro tipo de complementos alimentarios ya es un elemento común en muchísimas dietas de adelgazamiento. Allá cada uno. Porque para algunos la cocina puede ser un trabajo engorroso, pero perder el placer de sentarse a comer, de probar texturas, colores, sabores y olores diferentes, es una terrible renuncia.

Puestos a seguir teniendo los pelos como escarpias, llega... la "carne sintética". Alentados por los buenos resultados de las células madre en creación de piel humana o en terapias contra el cáncer, científicos holandeses han creado carne in vitro a partir de células de vaca. Sería una alternativa a la tradicional, porque parece que la carne tiende a convertirse cada vez más en un producto de lujo. Esta cosa, que ya se ha servido en Londres en forma de hamburguesa, parece que ya, de principio, tiene un aspecto más bien asqueroso: color grisáceo y textura similar a la del calamar, aunque cocinada y aliñada se ve que tiene un pase.

Ya hay quien, sin probarla, aplaude el invento: La organización Igualdad Animal se alegra muchísimo de dejar atrás "el sufrimiento y la matanza de animales". Pero no quiero ni pensar el debate que se va a derivar de esta nueva fuente alimenticia: ¿podrán comerla los que sólo prueban hamburguesas de tofu y de derivados de soja? ¿Podrán los musulmanes tomar chorizo sintético? Doy por hecho que en ambos casos la respuesta será NO. Al fin y al cabo, la base seguirá siendo un montoncito de células madre de una lejana vaca.

No olvidemos tampoco, en esta nueva cocina futurista y un tanto aberrante, la impresora de pizzas en 3D en la que tan interesada está la NASA y que quizás acabe siendo aplicable a cualquier otra cosa comestible. Supongo que, si no hay más remedio, aprovecharán para que toda esta comida de laboratorio sea, si no sabrosa, por lo menos sana: sin grasas, cargada de antioxidantes, vitaminas, minerales... Aunque, vaya usted a saber.

Termino como empiezo, con una película: "El Dormilón", de Woody Allen. Quizás no sea del todo precisa pero creo recordar que, cuando Woody despierta, tras años de hibernación, pide a los científicos reunidos a su alrededor un desayuno: muesli, leche desnatada, sacarina, café descafeinado. Y los médicos, entre sorprendidos e indulgentes, comentan: "¿Pero en su época no sabían lo sanos que eran la mantequilla, las tostadas francesas, los huevos revueltos y el bacon?" O algo así.

 

PASTEL DE CARNE

Por si acaso los médicos de "El Dormilón" tenían razón y porque es una receta muy práctica para llevar de picnic en verano, o dejo esta de un Pastel de Carne, pero ya advierto que tiene bastante grasa.

Ingredientes:

500 gramos de carne de cerdo picada

150 gramos de carne de ternera picada

100 gramos de tocino fresco

1 huevo

2 cebollas

½ copa de brandy

Hierbas aromáticas (romero, tomillo, orégano...)

150 gramos de bacon en lonchas finas

Elaboración:

Picamos muy bien las cebollas. Picamos igualmente el tocino. Le añadimos la carne, el huevo, el brandy y las hierbas. Condimentamos y mezclamos muy bien hasta que quede una masa muy uniforme.

Forramos una terrina con las lonchas de bacon, la rellenamos con la masa y la cubrimos también con bacon. Se mete en el horno a baño maría a 150 grados durante unas tres horas.

Se deja enfriar fuera del horno y se mete en el frigorífico al menos 12 horas para que los sabores se integren bien.

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