Otras miradas

La visita de un electrón al pasado

Javier López Astilleros

Documentalista y analista político

Investigadores rusos de la Universidad de Física y Tecnología de Moscú han conseguido enviar un electrón al pasado.  No se puede imaginar con qué fin, ni las consecuencias que puede tener un movimiento-aparente- que tiende a descomponer los ejes básicos por los que nos movemos las criaturas, y todas las manifestaciones físicas.

Los rusos también fueron los primeros en mandar un satélite y una nave espacial  al espacio. Su objetivo era conquistar el futuro. Y hoy parece que han conquistado el pasado.

Incluso pusieron en órbita a Gagarin, el hijo de unos humildes campesinos, a bordo de la nave Vostok. Nadie imaginó que "una nación de ignorantes"-como les consideraban sus oponentes- fuera capaz de tanto.

Los investigadores han calculado que existe la posibilidad de provocar un movimiento regresivo con un ordenador cuántico de IBM. En el estudio han colaborado estadounidenses y suizos.

Pixabay
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Los soviéticos fueron los primeros en descubrir la belleza y la pequeñez de la Tierra desde el espacio, y los pioneros en mostrar la versatilidad y grandeza de un electrón en un recorrido regresivo.

El segundo principio de la termodinámica señala que un sistema aislado, o bien permanece estático, o evoluciona hacia al caos, lo que hace que todas las cosas evolucionen del pasado al futuro, lo que supone la irreversibilidad del tiempo.

Sin embargo, los investigadores consideran que es posible revertir el tiempo, durante 0,06 segundos, en un lapso de 13.700 millones de años. El resultado es que, en apariencia, han violado el segundo principio de la termodinámica.

En realidad se trata de un cálculo de probabilidades.

Tal vez por eso otros científicos se han decepcionado, ya que el experimento no respeta el principio de la superposición de estados, y solo es aplicable a un estado particular. Imaginemos que eso no es así, y que afecta a todos los estados del sistema. Tendríamos que adaptar las Ciencias Sociales y Humanidades a los experimentos científicos del momento. El periodismo estaría definitivamente condenado ante esta máquina de la relatividad.

La guerra propagandística de los hechos y contrahechos generará una información fluctuante entre los potenciales sucesos del pasado. Surgirán generaciones espontáneas de todo tipo, y otros desaparecerán súbitamente. O tal vez las dos convivan pacíficamente, aunque con tendencia a la esquizofrenia.

Si todo tiene una proyección hacia el futuro, la lógica de esta ley nos sitúa ante el pasado. Es una perspectiva chocante. El culto al progreso es sustituido por la veneración a los tiempos remotos.

Si Kubrick imaginó en su 2001 Una Odisea al Espacio, a un homínido lanzando un hueso al firmamento, el proceso será inverso. El pasado recibirá los cascotes del futuro. Esto producirá situaciones inéditas y de gran incertidumbre: una reacción en cadena de alcance nuclear, una bomba súbita lanzada contra la memoria individual y colectiva.

No queda claro si ese electrón va a provocar una reacción en cadena, o si por el contrario va a quedarse en el pasado con la información del futuro. La reacción de otras partículas es una incógnita. ¿Cómo se va a interaccionar con los otros electrones?

Las implicaciones éticas de un experimento así nos dejan huérfanos de perspectiva, e inauguran un mundo de posibilidades. Por otro lado, ¿quién sabe si nuestra generación ha recibido visitas de partículas del futuro, y somos objeto de una burda manipulación?

Casi todas las personas deseamos enmendar los errores del pasado. Daríamos una gran parte de nuestros bienes y vidas para evitar sucesos dolorosos. Sin embargo, eso no nos exime de parecidos hechos en el tiempo reciente. Un eterno retorno. Solo imaginar la posibilidad de modificar el pasado, subidos a la máquina del tiempo, nos haría seres totalmente dependientes de un estado de transitoriedad infinita.

Enviar un electrón a tiempos remotos es un ejercicio sugerente, aunque no se atisban resultados concretos sobre la vida de los otros electrones, que lo verán como un completo alienígena. Un paria procedente del porvenir termina por convertirse en algo innecesario y molesto. Pero también en una partícula atractiva y fascinante.

Es probable que la ciencia nos asombre con nuevas y sugerentes aventuras respecto al tiempo reversible.

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