Otras miradas

Es la hora de la gente; en Marruecos también

Dina Bousselham

Politóloga y activista social

Dina Bousselham
Politóloga y activista social

El discurso del Rey, y no me refiero a la película de Tom Hooper sino al último discurso del rey Mohamed VI, viene a decirnos (¡ya era hora!) que debemos unirnos todos para combatir la pobreza y la desigualdad que acechan con seguir hundiendo a la población marroquí en la miseria. La casta marroquí (sí, has leído bien, la casta marroquí es más vieja y poderosa, y podríamos remontarla a tiempos en los que los reyes disponían de esclavos como guardia real[1]) no tiene nada que temer en cambio, los negocios y la –macro-economía van viento en popa, Marruecos sigue liderando y atrayendo inversión extranjera[2], por encima de sus socios y vecinos árabes.

Pero volvamos al tema de la desigualdad. Los últimos datos lo confirman: Marruecos ocupa el puesto 129 de 176 según datos del PNUD.  Y no sólo eso, en materia educativa la cosa empeora. La edad media de escolarización es de 4,4 y su duración es de 11,6 lejos, muy lejos de la media de países a su alrededor. La tasa de analfabetismo sigue rondando el 40% (¡casi la mitad de la población no sabe leer ni escribir en un país cuyo PIB en 2013, en plena crisis mundial ha aumentado un 5% alcanzando los 115 mill millones de dólares —PIB nominal—)

Hasta ahí los datos. El problema viene cuando la persona que habla de combatir la desigualdad (y se supone que la llevamos combatiendo desde el año 1956, año de la independencia de Marruecos) ocupa —y siempre volviendo a los datos— el séptimo lugar en la lista de reyes más ricos según la revista Forbes,  dueño de la mayor parte de la bolsa de Casablanca y máximo accionista de uno de los holdings que controlan el sector de la alimentación y de la distribución, el sector de la telecomunicación, de los seguros, el sector inmobiliario y hasta el sector energético. El "holding royal" se llama Siger, anagrama de Regis, Rey en latín. En 2010 se transformó en Sociedad Nacional de Inversión (SNI) con un volumen de negocios de 3,38 mil millones de dólares (datos del 2008). Pero no estoy hoy aquí para cuestionar "The Bussiness King", sino para darle la razón: el Marruecos de las dos velocidades no hace más que desarrollar su subdesarrollo mientras la casta hace de Marruecos el paraíso para quienes buscan mano de obra barata: deslocalización, ahí está Renault o Inditex[3], esta última pagando a mujeres y niños salarios indignos, ahí están también los días de verano en Marrakech donde personalidades de la talla de Sarkozy[4] o Felipe González descansan en su Ryad particular, rodeados de dátiles, palmeras y toda clase de lujos mundanos (los celestiales tal vez no puedan disfrutarlos jamás, pero no seré yo quien los juzgue... a Sarkozy ya lo está haciendo la justicia francesa). También están ahí los proyectos macro, esto es, el nuevo tren de alta velocidad (TGV marroquí), financiado por cierto con dinero de los contribuyentes franceses[5]. Ahí están también las nuevas infraestructuras, carreteras que conectan el norte y el sur, el este y el oeste (pero sólo conectan los grandes centros, la periferia seguirá siendo ultraperiferia). Proyectos que alimentan las arcas del Estado, que benefician a la casta. Ahí están las grandes cadenas y multinacionales de fast food, desde el McDonald’s (que, por cierto, en las principales ciudades ya hay más McDonald’s por metro cuadrado que ambulatorios). Al ritmo que aumentan los negocios de estética y masaje corporal en las grandes urbes, aumentan las diferencias de poder adquisitivo entre los que viven en el campo y los que viven en la ciudad. ¿Y el pueblo? Seguirá luchando contra el paro y la precariedad, seguirá peleando por pan, libertad y dignidad (érase una vez una revuelta árabe), seguirá cobrando salarios míseros, los campesinos seguirán teniendo dificultades para sobrevivir (pozos de agua a más de 5km, carreteras inexistentes, colegios sin profesores...) trabajando en grandes explotaciones (Duquesa de Alba style) en condiciones inhumanas, latifundios a cuyos dueños no les importan nada salvo sus frutas y legumbres, que luego por cierto irán a parar al mercado de París, Londres o Berlín gracias al acuerdo preferencial con la UE. La educación seguirá siendo para los que puedan permitírsela (estamos asistiendo en el 2014 al mayor auge de escuelas de negocio privadas en el país, financiadas la mayoría con capital francés). O haces eso o vas directamente a la maire patrie a estudiar, a codearte con la clase alta parisina. La sanidad es un lujo que sólo algunos pueden permitirse, el resto seguirá muriendo en hospitales sin luz, dando a luz en la calle, sin médicos, sin infraestructuras, y todo ello envuelto en la mayor maquinaria, la más grande y feroz, la que domina y traga todo, sin excepción, vengas de donde vengas, seas quien seas: obviamente me refiero a la corrupción. Esa que alimenta el día a día de mis compatriotas, el pan de cada día. Como me encantan los datos, volveré a citarlos: De acuerdo a Transparency Index 2013, que mide el nivel de corrupción, Marruecos ocupa el puesto 91 entre 177 países.

Pero lo que pretendo decir hoy aquí, a parte de condenar las dos velocidades que profundizan el (sub)desarrollo de Marruecos, es que la desigualdad SÍ se puede combatir (no estoy descubriendo la pólvora), pero desde la práctica y con la voluntad política y no mediante palabras vacías de contenido. Se habrá hecho mucho desde aquel año 56 (me declaro fan de Cicerón cuando dice "Hablo pero no puedo afirmar nada; buscaré siempre, dudaré con frecuencia y desconfiaré de mí mismo"), pero de lo que sí estoy segura y no me cabe la menor duda es de que queda muchísimo más por hacer. El destino de un pueblo no puede ni debe estar ligado a la suerte o al bienestar de unos pocos. No queremos una economía saneada que soporte bien la crisis, tampoco queremos inversión extranjera si es para cobrar sueldos miserables. La dignidad de los ciudadanos vale mucho más que eso. Queremos lo que millones de árabes y bereberes pedían en 2011: un país donde los hijos de la gente tengan trabajo, casa, acceso a la educación, a la sanidad. Un futuro mejor. Si en algo coincidimos España y Marruecos en este momento es en que hay que echar a la casta. No es momento de hacerse fotos reales, o de hacer negocios. Es hora de que en ambos lados de la orilla nos apoyemos, desde abajo y se escuchen las demandas y reivindicaciones del pueblo. Es la hora de la gente.
[1] La guardia negra fue creada en 1088 por el Sultán almorávide Yusuf ibn Tasufin para asegurar su protección. Debían el nombre al color de piel de sus tropas, tradicionalmente reclutadas al sur de los territorios del Sultán, en la región del río Senegal.

[2] En 2013 Marruecos atrajo 3,5 mil millones de dólares en 2013 http://www.libe.ma/Le-Maroc-champion-des-IDE-en-Afrique-du-Nord_a46529.html

[3] En Tanger por 65H de costura a la semana se pagan 178 euros al mes http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/14/galicia/1326541713.html

[4] La casa de Sarkozy fue un regalo hecho conjuntamente por un grupo de inversión emirati y el holding royal http://www.slateafrique.com/87661/villa-de-sarko-marrakech-un-cadeau-du-roi-du-maroc

[5] ¿Un regalo de Sarkozy a Marruecos? http://www.atlantico.fr/decryptage/tgv-marocain-cadeau-empoisonne-nicolas-sarkozy-mohammed-vi-192814.html

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