Otras miradas

La tragedia de Sísifo

Jose Manuel Calvo

Miembro del Consejo Ciudadano Municipal Podemos Madrid

Jose Manuel Calvo
Miembro del Consejo Ciudadano Municipal Podemos Madrid

Relataba Homero en La Odisea el mito de Sísifo, personaje de la mitología griega que, por su desobediencia hacia los dioses, fue condenado por ellos a empujar una enorme piedra por la ladera de una colina. Al alcanzar la cima, la piedra echaba a rodar ladera abajo, obligando a Sísifo a repetir eternamente este trabajo.

Igual que Sísifo, el pueblo griego ha sido castigado por los dioses, hoy llamados mercados, a arrastrar una pesada carga –en forma de deuda–, con la promesa de que su esfuerzo terminaría siendo recompensado. Sin embargo, lejos de reducirse, la deuda griega ha seguido aumentando de manera constante y creciente. A medida que la piedra asciende por la colina, crece en peso y volumen, haciendo cada traslado más difícil que el anterior.

Durante varios años, el pueblo griego asumió la condena, convencido de que la obediencia le llevaría a la salvación. Empujaban el peñasco por la ladera hasta llegar a la cima y lo recogían en el valle para volver a subirlo de nuevo. Sin embargo, la roca no dejaba de crecer y crecer, exigiendo a sus portadores un esfuerzo incesantemente mayor. Agotados ante la esterilidad de su trabajo, los griegos empezaron a apartarse de esos dioses perversos que, a pesar de su obediencia, mantenían obstinadamente la condena.

Rebelándose a un destino de miseria y esclavitud, el pueblo griego ha decidido dejar de empujar la roca y los dioses, furiosos ante  tal acto de rebeldía, les amenazan con todos los castigos imaginables. Sin embargo, parece que ya es tarde. En los sucesivos traslados del cada vez más pesado pedrusco, iba creciendo en el reo la conciencia de no resignarse a la injusticia del castigo eterno que le habían reservado.

Estos días, Yanis Varoufakis, Ministro de Economía del gobierno que encabeza Alexis Tsipras y responsable de la renegociación de la deuda con la UE, está en Bruselas con la misión de negociar con esos dioses crueles y caprichosos la liberación del pueblo griego; un pueblo que, como ya ha demostrado, no va a dejar solo a su gobierno en tan difícil tarea.

Atenas propone a sus "socios" europeos una ampliación del crédito durante seis meses mientras que Bruselas no quiere apartarse de la hoja de ruta marcada por los bancos alemanes y franceses: prorrogar el programa de rescate para asegurarse el cobro íntegro de la deuda, a costa de empeorar aún más si cabe las condiciones de vida de la población griega.

El gobierno de Tsipras no puede aceptar un rescate que implica prolongar la condena de su pueblo. Syriza no ha sido elegida para entregarse a los oligarcas como hicieron antes el Pasok y Nueva Democracia. Por su parte, la Unión Europea es muy consciente de que aceptar la propuesta de Atenas –que es perfectamente viable– supondría la confirmación de que existen alternativas a las políticas de austericidio impuestas a las naciones del sur de Europa. Si un país como Grecia, cuyo PIB constituye el 3% del total de la UE, puede romper con las medidas de la troika, que no podrán hacer otros como España o Italia, con un peso mucho mayor en el conjunto del PIB comunitario. Los dioses no pueden permitir nada que pueda cuestionar su poder.

Pero Grecia ha decidido que no quiere ser un Sísifo contemporáneo. No acepta seguir arrastrando la pesada carga que los poderes económicos quieren imponerle. El pueblo heleno ha dejado de ser menor de edad y reivindica su soberanía, su derecho a decidir sobre todas las cosas, también sobre la economía. No consiente más castigos ni tutelas.

En esta lucha, Grecia no está sola. La ilusión por el cambio se extiende a lo largo del Mediterráneo y el miedo empieza a dejar paso a la alegría sobre todo en los países del sur de Europa. Sísifo ha decidido abandonar la roca y dirigirse hacia ese horizonte de esperanza que, como narraba Camus al rememorar el mito, había contemplado fugazmente cada vez que alcanzaba la cima.

Más Noticias