Otras miradas

El CETA pasa de pantalla pero la batalla continúa

Por ERNEST URTASUN
Eurodiputado de Iniciativa per Catalunya Verds

El voto de hoy del Parlamento Europeo favorable a la concertación del CETA marca el primer paso en el proceso de ratificación. El acuerdo ha recibido el apoyo de 408 miembros del Parlamento, 254 votamos en contra y 33 se han abstenido.

Desde la decisión de la Comisión de pedir al Consejo la concertación del CETA a principios de julio de 2016, el grupo Verdes/ALE en el Parlamento Europeo nos hemos dedicado principalmente a luchar para garantizar un escrutinio público y parlamentario apropiado del acuerdo. Esta fue una batalla desigual, en la que la Gran Coalición consiguió forzar la votación del CETA de la forma más rápida posible, como ha acabado sucediendo hoy.

Especialmente relevante en este sentido fue la decisión en septiembre de 2016 del grupo socialista, cuando decidieron apoyar el acuerdo. A partir de ahí todo se precipitó y se bloqueó cualquier propuesta de realizar opiniones sobre el acuerdo por los comités parlamentarios competentes en materias como la economía o los derechos de las mujeres, como suele ocurrir en este tipo de textos. A cambio, hemos tenido un procedimiento exprés, en el que el gran perdedor ha sido la calidad democrática del proceso.

Así pues, una vez dado el consentimiento, el papel del Parlamento Europeo respecto a las negociaciones y ratificación del acuerdo termina aquí. A partir del 1 de marzo de este año, todos los elementos del CETA que son competencia exclusiva de la Unión, entrarán en vigor de forma provisional, pero también de forma indefinida. Esto significa que casi el 90 por ciento de los aranceles pasaran a ser cero, incluidos aquellos de productos agrícolas tan importantes como la carne de vacuno, el cerdo y los productos lácteos.

No serán aplicados provisionalmente algunos elementos del CETA que son de competencia mixta, es decir, que tocan las competencias de los estados, quienes ahora deben dar el consentimiento al acuerdo. Se trata de los servicios de transporte marítimo, la aplicación de sanciones penales por violaciones de los derechos de propiedad intelectual, las disposiciones sobre los estándares laborales y medioambientales, y también el sistema de tribunales de inversión. Dado que el Tribunal Constitucional alemán todavía debe pronunciarse sobre las competencias del Comité Mixto del CETA, tampoco entrará en vigor el consejo de Cooperación Reguladora, es decir, el organismo supranacional de escaso control democrático que pretende supervisar la regulación a ambos lados del Atlántico.

La aplicación de estos elementos del CETA sólo tendrá lugar en cuanto los Estados den su consentimiento. En ese momento, que no tiene límite de tiempo y podría extenderse durante unos cinco años (como es el caso del acuerdo de libre comercio de Corea), tendrá lugar el último paso del proceso de ratificación: la decisión formal del Consejo de poner CETA en vigor como un acuerdo promulgado en virtud del derecho internacional.

Después del voto del pleno del Parlamento Europeo, también se ha acabado el momento de alta visibilidad política que disfrutó el CETA a nivel europeo. Después del consentimiento, la atención política pasa a los Estados miembros donde los plazos y tempos serán diversos. Por ejemplo, en los Estados que se enfrentarán a elecciones en 2017, como Holanda, Francia, Italia y Alemania, no creemos que se inicien los procesos de ratificación aún: la oposición de sus opiniones públicas hará sin duda que los gobernantes actuales pospongan el proceso.

La fase de la ratificación de los Estados podría verse también afectada por una decisión del Gobierno belga de llevar la CETA ante el Tribunal de Justicia. En caso de que esto suceda, es probable que los Estados miembros congelen la ratificación nacional hasta que se dicte la sentencia por parte TJUE (que puede tardar hasta dos años).

El movimiento actual contra el CETA, formado básicamente por las mismas entidades, partidos políticos y activistas contrarios al TTIP, tenemos delante de nosotros un reto importante. Hasta ahora la movilización ha surgido efecto, ha sido homogénea y genuinamente europea. El ejemplo lo hemos vivido hoy durante la sesión en Estrasburgo, con miles de activistas venidos de toda Europa en decenas de autocares manifestándose en la puerta del Parlamento y en las calles de la ciudad. No se ha conseguido ganar una mayoría contra el CETA, pero la presión ha surgido efecto: un tercio de los miembros del grupo socialista ha votado contra el CETA, el tema ha dominado la agenda política europea y el gobierno Belga trasladó condiciones que tenían su origen en las demandas de la sociedad civil.

En cualquier caso, el terreno de juego ahora es nacional. A nosotros nos toca ahora jugar nuestro papel en España exigiendo que el proceso de ratificación tenga todas las garantías, ya sea mediante referéndum, o mediante un pleno escrutinio parlamentario en el Congreso de los Diputados.

Lo que si podemos ya afirmar es que hemos logrado colocar en la agenda europea la necesidad de repensar el comercio, favoreciendo los marcos multilaterales por encima de tratados bilaterales de tipo neoliberal. Más allá del destino final del CETA, nada será igual en la política comercial europea a partir de hora. Esta es sin duda ya una victoria de todo el movimiento contra el TTIP y el CETA.

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