Otras miradas

Tendencias electorales: las espadas están en alto

Antonio Antón

Profesor de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid

Urna en un colegio electoral durante las elecciones generales del 28 de abril de 2019.REUTERS/Juan Medina
Urna en un colegio electoral durante las elecciones generales del 28 de abril de 2019.REUTERS/Juan Medina

En la primera parte de este análisis, "Nueva etapa", he tratado las características e interrogantes de esta nueva etapa política de la segunda mitad de la legislatura, con una valoración de los principales problemas percibidos por la población y la necesaria agenda socioeconómica, democrática y sanitaria. En esta segunda parte, también a partir de los datos del CIS en su Estudio 3330, Barómetro de julio 2021, evalúo dos aspectos complementarios: primero, las tendencias electorales con el voto definido para unas próximas elecciones generales; segundo, la composición de los bloques ideológicos en el eje izquierda / derecha, particularmente, la identificación ideológica de los electorados de las tres fuerzas progresistas o de izquierda: Partido Socialista, Unidas Podemos (junto con sus confluencias En Comú Podem y Galicia en Común) y Más País-Compromís (junto con Equo).

Las próximas elecciones serán las andaluzas para finales de 2022 -si no se adelantan-, previas al nuevo ciclo de las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Las elecciones generales no son inminentes, probablemente se agote la legislatura y falta más de la mitad de ella. Sin embargo, tanto en la sociedad como, sobre todo, en las direcciones de los partidos políticos comienzan a desarrollarse expectativas y planes para ampliar su legitimidad social y su apoyo electoral e incrementar sus posiciones de poder institucional desde el que implementar sus respectivos proyectos y alianzas para la siguiente legislatura. Y va a ser decisiva la gestión del Ejecutivo progresista y sus aliados parlamentarios, confrontada a la oposición de las derechas, respecto de los principales problemas de la sociedad, tal como son percibidos por las mayorías sociales con su articulación cívica y bajo la pugna política, discursiva y mediática.

Con esas consideraciones y dadas las expectativas de los diferentes grupos políticos, tiene sentido estos estudios demoscópicos, cuyos resultados no son unánimes, pero ofrecen alguna orientación sobre el devenir político.

En todo caso, hay que advertir un hecho político relevante para garantizar la gobernabilidad estatal en este sistema parlamentario: finalizado el bipartidismo y en el marco de un nuevo sistema de bloques, el Gobierno de coalición de izquierdas puede alcanzar acuerdos significativos con grupos nacionalistas y regionalistas para garantizar una opción de progreso y la articulación territorial, mientras las derechas están más aisladas para conseguir ser mayoría parlamentaria y acceder al Ejecutivo.

Por tanto, el tipo de proyecto de país y la estabilidad gubernamental no depende solo de la polarización entre esos dos bloques de izquierdas y derechas (con sus respectivos reequilibrios internos), sino de la actitud de ese tercer bloque, muy heterogéneo y en el que, aunque predomina el eje territorial/nacional, las tendencias de izquierda también son mayoritarias.

Expectativas electorales contradictorias

Analizo, en primer lugar, la encuesta del CIS por ser la más amplia, aunque contrasto sus resultados con otras del ámbito privado.  En el gráfico adjunto expongo los datos expresados de Voto + simpatía, reelaborados en porcentaje respecto de la participación válida a las formaciones políticas que llega al 74,1%. No considero el 25,9% de personas que apuestan por la abstención, el voto blanco y nulo o No sabe / No contesta. Dejo al margen los partidos nacionalistas y regionalistas y solo valoro las formaciones y alianzas estatales, agrupadas en los dos bloques: derechas (Partido Popular, VOX y Ciudadanos) e izquierdas (las tres mencionadas, PSOE, UP/ECP y MP-Compr.).

La suma de las izquierdas estatales, con un 47,6%, mantiene una sustancial ventaja respecto de las derechas estatales, con un 38,1%. Hoy en día la estrategia de acoso y crispación de las derechas no ha conseguido dividir y derribar al Gobierno ni recuperar un apoyo electoral significativo que aventure su alternancia gubernamental. Es evidente el aumento electoral del PP, pero a costa de CS, junto con el mantenimiento de VOX.

Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia
Fuente: CIS. Barómetro de julio de 2021 y elaboración propia

En relación con los resultados de las elecciones generales de noviembre de 2019 (participación del 69,2%, incluido votos en banco pero no los nulos), según la tabla adjunta, las izquierdas se refuerzan, desde el 43,6%, y las derechas se debilitan, desde el 45,2%. Las derechas estatales habían conseguido hace dos años más porcentaje de voto que las izquierdas estatales, lo que han aprovechado para cuestionar la legitimidad del nuevo Gobierno. No obstante, derivado de la ley electoral (que perjudica a las minorías, por un lado, a UP y MP y, por otro, a CS) las izquierdas obtuvieron más escaños (155+3 frente a 151) que sumados a los de varias formaciones nacionalistas y regionalistas les permitieron obtener una mayoría parlamentaria para formar (legítimamente) el Gobierno progresista de coalición.

Fuente: Ministerio del Interior y elaboración propia.
Fuente: Ministerio del Interior y elaboración propia.

En el interior de cada bloque se produce cierto reequilibrio representativo. En las izquierdas, el PSOE (32,3%) aumenta su ventaja respecto de UP/ECP/GC (11,3%), casi triplicando sus votos, pero apenas llega al doble si contamos las dos fuerzas del cambio, con el 4% de MP/Compr., que asciende ligeramente, con un trasvase de 1,7 puntos, aunque todavía está muy lejos de UP (con sus convergencias), que casi la triplica.

En las derechas el PP (22,9%) confirma e incrementa la absorción de la mayoría del electorado de Ciudadanos; avanza en su tarea estratégica para concentrar el voto y convertirlo en ‘útil’ a efectos de escaños. Pero VOX persiste con su electorado, casi la mitad que el del PP, aunque una vez bajando del 15% (al igual que los demás minoritarios) podría verse penalizado en el reparto de escaños. Es decir, el PP podría ver reforzada su prevalencia entre las derechas, pero su suma (38,1%) podría bajar hasta siete puntos respecto de 2019 (45,2%) y, lo que es más importante, alejar sus posibilidades de alternancia gubernamental al tener la dificultad de acuerdo con los grupos nacionalistas, dada la tendencia centralizadora y autoritaria de su españolismo conservador y excluyente, acomplejado por la presión de VOX.

Este análisis demoscópico del CIS está cuestionado por otros estudios privados, que expresan otra realidad. Cito uno de los más significativos, el de KEY DATA, con una participación del 64,3% (contando los votos blancos), casi cinco puntos menos que en 2019.

Fuente: KEY DATA (Público 29/07/2021), con elaboración propia.
Fuente: KEY DATA (Público 29/07/2021), con elaboración propia.

Como se ve según en la tabla adjunta, los datos de este estudio demoscópico, que coinciden con otras encuestas privadas, no pueden ser más dispares con los del CIS. Son similares los de MP/Compr. y CS, pero a las izquierdas le da casi nueve puntos menos (siete al PSOE y 1,5 a UP), con un total de 38,9% (133 escaños) y se los da a las derechas, con una suma del 47,3% (175), a falta de un escaño para la mayoría absoluta. Son evidentes el frenesí de la dirección del Partido Popular, que se reafirma en su estrategia destructiva y de bloqueo, y la preocupación del Gobierno progresista, con su plan de relanzamiento tras la remodelación del Gabinete. Veremos su desarrollo.

Dejo aquí esta prospectiva electoral. Las diferencias demoscópicas son grandes, queda mucho trecho, las espadas están levantadas y, como decía, va a ser decisiva la gestión de esta nueva etapa por todas las partes implicadas, incluido el nivel de activación pública y legitimidad social ante la agenda socioeconómica, democrática (incluido el conflicto catalán) y sanitaria. Desde el punto de vista analítico solo nos queda seguir con rigor los hechos objetivos que condicionan las actitudes sociales y las pertenencias colectivas.

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