Otras miradas

Los bulos que se han tragado los "hombres discriminados"

Ana Bernal-Triviño

Una persona muestra un cartel, durante una marcha por la eliminación de la violencia contra las mujeres, el pasado 25 de noviembre de 2023. - Adrián Irago | EUROPA PRESS
Una persona muestra un cartel, durante una marcha por la eliminación de la violencia contra las mujeres, el pasado 25 de noviembre de 2023. - Adrián Irago | EUROPA PRESS

Ese 40% de hombres que se sienten discriminados porque el feminismo llegó muy lejos, según la encuesta del CIS, aprovecharon estos días sus redes sociales para comentar por qué son marginados. Y ojo porque de todo lo que dicen, no hay ni una sola verdad. Un repaso por los bulos que se tragaron... o que crearon de la nada.

"Los hombres estamos bajo sospecha". Supongo que solo puede temer quien algo haya hecho. Todo hombre, en caso de ser denunciado, tiene derecho a defenderse legalmente. Todos sus derechos están garantizados en cualquier proceso judicial, como para cualquier persona acusada de otros delitos. Lo que sí sucedía hasta hace muy poco era siempre una especie de presunción de culpabilidad social hacia las mujeres, tratadas históricamente de sospechosas ante cada reivindicación de sus derechos o al romper el silencio y denunciar a sus agresores, siendo señaladas de buscar intereses personales y no un acto de justicia.

"Vuestras leyes anulan nuestra presunción de inocencia". Si no hubiese presunción de inocencia los hombres irían a la cárcel sin juicio, y eso jamás ocurre porque es un derecho fundamental y no puede existir ninguna ley en su contra. Las mujeres tienen que demostrar los hechos denunciados, no los acusados. Es decir, no hay inversión de la carga de la prueba. Y el sistema respalda tanto que el denunciado puede callar o mentir, mientras que ella debe decir la verdad o incurre en un delito de falso testimonio. Es decir, la mujer no tiene trato de favor. Si hay falta de pruebas, se aplicará el principio de in dubio pro reo, o sea, la presunción de inocencia prevalece. Tanto al punto de que se recurre a ese principio incluso con consecuencias nefastas, ante la falta de una mayor investigación judicial. Recuerdo el pasado noviembre, tipo al que se le aplicó el in dubio pro reo, quedó libre y tiempo después asesinó a su mujer e hija en Carabanchel.

"En cuanto habláis ya nos llevan a la cárcel". Este bulo se cae por sí solo. Mirad el ejemplo anterior, aplicar el in dubio pro reo a un agresor que acabó matando a su mujer e hija. Mirad a Carlos Navarro, El Yoyas, condenado y prófugo. Mirad cuando ellas denuncian y son ellas las asesinadas porque ellos están en la calle. La detención preventiva o la prisión preventiva existe no solo para la violencia de género, sino para cualquier delito. La detención preventiva la ejerce la Policía antes de pasar al juez y solo puede durar 72 horas en cualquier delito. Y la prisión preventiva no la decide el policía que detiene, sino un juez después de valorar el caso. No te privará de libertad por capricho.

"Vuestras cuotas nos discriminan". Justo las cuotas pretenden corregir una desigualdad previa. Es decir, si partes de una presencia mayoritaria masculina que no está justificada en los méritos, tienes que establecer una compensación. En 2007, el Tribunal Constitucional dejó claro que el fin de alcanzar la igualdad efectiva prevalece. ¿Y qué pasó? Como no era obligatorio, nadie aplicaba la ley. Así que ahora tenemos otra ley de paridad que, además, venía de una directiva europea que obliga a las empresas a contar con un 40% del "sexo menos representado". ¿Y eso no es discriminar? No. El Convenio de Estambul reconoce que las medidas para corregir las desigualdades o violencias contra las mujeres no son discriminatorias.

A algunos les molesta, dicen, que el feminismo de los últimos años ha hecho una caricatura de los hombres. Y claro, ese argumento cae por su propio peso, cuando otros hombres no se sienten ridiculizados sino avergonzados de que otros semejantes a ellos tengan pensamientos tan arcaicos y poco democráticos. Justo el machismo fue el que desde hace siglos caricaturizó a las mujeres. A veces, en su sentido más literal, representadas como brujas o como monstruos, como durante el sufragismo, o como criaturas infantiles, como a Clara Campoamor. Son las mujeres las que han sido retratadas como un hazmerreír para deslegitimar sus reivindicaciones.

Hay una manera fácil de resolver todo esto. Si no acosáis ni agredís, nadie os pondrá bajo sospecha, ni se cuestionará la presunción de inocencia, ni seréis detenidos. De la misma forma que si no os seguís creyendo que tenéis solo vosotros el saber universal y que el talento es compartido, un día las cuotas no serán necesarias porque nos veréis como iguales. Sois vosotros, supuestos discriminados, los que tenéis que cambiar. Pero algunos prefieren llorar en las encuestas.

El problema es que sus ideas las trasladan a unos jóvenes sin apenas vida que les hacen creer lo que no es para protegerse a ellos mismos. Porque a veces parece que esos adultos crean esos bulos desde un interés personal. Da la impresión de ser ideas de hombres con poca terapia, condenados por la Justicia y resentidos, maltratadores con piel de cordero ante la sociedad. Aquellos que esconden algunas de las acciones que cometieron, pregonan lo contrario de lo que sucede y así poder mantener el único aval que les queda: la mentira y el machismo.

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