Todas y todos los que trabajamos para hacer de Público una realidad cada día hemos redoblado esfuerzos desde que se decretara la alerta sanitaria y la oficina de nuestro diario echara el cierre temporal. Están siendo días especialmente difíciles ya que hemos tenido que reorganizar nuestro trabajo por completo y conseguir hacer nuestra labor cada uno desde su propia casa, con sus particulares pros y contras.
Por ello, queremos compartir con quienes nos seguís a diario, y especialmente con quienes formáis parte de La República de Público, nuestro peculiar día a día, porque creemos que arrancar una sonrisa es también una parte fundamental de nuestro cometido. Así, en estas condiciones, es como estamos haciendo Público para todas y todos vosotros.
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Con una mano contengo al gato para evitar que se suba al teclado y con la otra tecleo como puedo. Tengo tres gatos. Nos os quiero contar el hito histórico que supone escribir un párrafo seguido con estos tres figuras alrededor. Todas las tardes grabo desde mi salón un vídeo en el que resumo lo más importante de la jornada (podéis encontrarlo en el Twittere Instagram de Público y en mis propias redes); ayer, la cola de uno de los gatos también fue protagonista de la emisión. Para grabar el vídeo tenemos que montar en casa un dispositivo un tanto peculiar: ponemos una escalera pequeña sobre un sofá, y sobre ella distintos elementos de lo más rústico para sujetar el teléfono, entre ellos, un pedrusco volcánico de Lanzarote que sirve de parapeto. Aún no hemos encontrado la manera de iluminarme la cara un poco más, pero no desfallecemos 😉 (Virginia P. Alonso, directora)
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Cuento mi experiencia a modo de desahogo. Tengo un niño de 6 años y una niña de 2 años y como podéis imaginar está resultando bastante complicado el teletrabajo. Daniel, más o menos, está respetando las horas en las que intento estar encerrado en la habitación con el ordenador. Pero Julia es un terremoto y no para de entrar para lo que sea: entra llorando porque se ha peleado con su hermano, gritándome "¡a comer papi!", arrastrándome de la mano para que la lleve al frigorífico a picar algo o para que le busque pintura para hacer un dibujo con su hermano. Salvo cuando mi mujer o yo les ponemos algo en la tele o cuando están muy distraídos con algo de manualidades o comiendo, el resto del día suele ser una constante banda sonora de gritos, lloros y peleas... Y cosas que pueden pasar en cuarentena: a Daniel se le ha caído su primer diente en pleno confinamiento y tendremos que preguntar al ratoncito Pérez si le dejan venir hasta casa para llevárselo a cambio de dejar algún regalito... (Jorge Yusta, portadista)
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En la web del cole de mi hijo de 5 años han colgado un Word de cosas que podemos hacer con ellos y con un montón de enlaces para repasar inglés, mates y lengua. A mí no me da la vida, así que le he descargado el documento en la tableta y le he dicho que vaya pinchando enlaces y que luego me cuente lo que ha aprendido. Se ha tirado dos horas entretenido, pero cuando le he preguntado cuántos vídeos de inglés ha visto, me ha dicho que esos vídeos le daban muchos problemas y que ha preferido ver otros más interesantes. ¡Imposible teletrabajar y ser profe a la vez! (Ángeles Ruiz, Jefa del departamento de Administración)
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Este es mi chiringuito. He conseguido que mi viejo ordenador vaya un poco mejor conectándolo al router con cable directamente. Eso sí, el ventilador del cacharro no deja de rular y tengo la mano izquierda más caliente que un abonado a YouPorn. Obsérvese la monísima funda de la impresora que me hizo con mucho cariño mi suegra, de la que no me puedo separar (de la funda, digo...). Obsérvese a su vez la 'modernez' de mi televisor de tubo con adaptador de TDT. Hace un par de semanas era carne de punto limpio y ahora es fiel compañero de maratonianas jornadas. Obsérvese el apaño que hemos hecho para que mi chica pueda también teletrabajar: nunca antes una tabla de planchar y un tablero fue tan útil (que aprendan los de Ikea). Mi santa se ha tenido que proveer de unos buenos cascos para no aturullarse con nuestras reuniones telemáticas y con el runrún del canal 24 horas. (Jaime Jiménez, Jefe de redacción)
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Mi hijo Beñat, que este domingo cumple cinco años, está de fotógrafo por la casa. Su tarea consiste en hacer fotos para ver si pueden valer "en el periódico donde trabaja aita". Envío escalofriante testimonio gráfico del cocodrilo sacamuelas hablando por teléfono. Las pelusas gigantes no han querido salir en la primera imagen. (Danilo Albin, redactor en Bilbao)
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Mi hijo me llama para que vea el España - Malta y os manda un saludo. (Remedios Torme, Administración)
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En Tremending, mientras haya wifi no hay cuarentena que valga. Teletrabajando lo que más se echa en falta son las charlas con los compañeros. Mi mujer y yo nos turnamos el escritorio y el salón para cambiar de aire. Por lo demás, la vida va bien encerrados en casa: tenemos papel higiénico y bidé. La tranquilidad sólo se ve interrumpida por los intermitentes gritos de la hija de nuestros vecinos: "¡Dejadme salir!"; "¡Quiero ir a la calle!", verídico. (Christian González, redactor de Tremending)
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Aquí en la reunión de la mañana. Sembrando el caos en el salón, porque somos cinco compitiendo por la wifi. (Belén de la Banda, Suscriptores y Eventos)
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Desde el martes de la semana pasada hemos tenido que reorganizar la casa. Mi chico se ha quedado con el despacho porque tiene un ordenador de torre para teletrabajar y yo he habilitado el comedor. Acostumbrada a tener dos pantallas me he hecho un despacho casero con dos portátiles. Me paso el día hablando con abogados y leyendo sobre derechos laborales. Mi perra sale tres veces al día pero muchísimo menos que antes y por eso quiere jugar todo el rato, así que mi despacho improvisado acaba lleno de juguetes por todo suelo. A las ocho salimos a aplaudir a los sanitarios y sacamos una torre de sonido por la terraza para poner Resistiré y alguna canción que piden nuestros vecinos. (Alejandra de la Fuente, MierdaJobs)
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A mí me pasó el martes una cosa bastante graciosa en una rueda de prensa telemática de Arrimadas. Cs ha puesto en marcha un formato novedoso para esta cuarentena y, en lugar de pasar las preguntas a prensa, como hacen en Moncloa o en el PP, preguntamos directamente sin pasar por filtro. Los compañeros acordamos quienes preguntan y nos conectamos a una plataforma para poder preguntar de viva voz (y si se quiere, con vídeo) a la portavoz del partido. Total, es la primera vez que utilizo el programa y estoy escuchando la intervención de Arrimadas e intento dividirme la pantalla para que aparezca ella a un lado y el texto donde escribo al otro y en el que tengo la pregunta preparada. Sin querer, le doy a 'compartir pantalla' dentro del propio programa y de repente se va la imagen de Arrimadas y sale mi bandeja de correo electrónico, mis conversaciones por hangouts y el Word en el que tenía escrita la pregunta y, claro, todo aquel que estuviera viendo la intervención ve mi escritorio privado y empiezan a escribirme por WhatsApp "¿qué haces, qué haces, que sale tu correo?" e incluso Arrimadas se queda parada por unos segundos. De hecho, varias personas en el chat de Youtube preguntan por lo de mi correo. Después vuelve todo a la normalidad, pero en el turno de preguntas me disculpé y como no quise liarla más no activé la cámara, aunque me había arreglado ya. Lo peor de todo es que soy millenial y se supone que tendría que saber cómo van estas cosas. (Marta Monforte, redactora de Política)
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Trabajo y gimnasio, todo en uno. Cinco (dos adultos, un adolescente y dos niños) metidos las 24 horas en un piso no es siempre fácil. En muchos momentos coincidimos haciendo las cosas más disparatadas. Hace poco me tocó a mí trabajar en el Salón (mi pareja también teletrabaja) y mi hijo mayor se puso a hacer flexiones y pesas en el trozo de salón que aún estaba libre. Esta mañana el gimnasio se trasladó a la habitación donde me había arrinconado para escribir. Cada uno hace lo que puede... y donde puede. (Marisa Kohan, redactora de Mujer y género)
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Hay un tipo en el balcón de enfrente que grita todos los días, a las ocho de la tarde, ¡Sánchez, dimisión! Me gustaría responderle que está meando fuera de tiesto, pues el aplauso va por los profesionales de la sanidad pública, pero temo la potencia de su chorro. Uno no se convierte en un vegetal por gusto, y entre los míos no está la lluvia dorada.Por cierto, ha dejado de llover, mas eso no viene al caso, aunque buena falta me hace. La tierra está seca, mi tallo flojea y apenas me quedan un par de hojas para dar palmas a los sanitarios, en plan[ta] flamenca. El primer día de aislamiento parecía la Amazonia, si bien la falta de riego me está dejando tan mustia que intuyo que el otoño nos ha hurtado la primavera.Sobre la mesa hay un abono transporte. Eso es lo que quiero yo: un chupito de fertilizante y un garbeo por el barrio, pese a que en la etiqueta clavada en la tierra pone que soy una planta de interior. No sé, molaría ser una enredadera para poder deslizarme por la fachada, esquivar la bandera de España del segundo y alcanzar la acera. Entonces sí que no me importaría que me mease un perro... Sigue leyendo... (@solucionsalina, 'Planta de interior')
Para cerrar, un recordatorio: estamos aquí gracias a vuestro apoyo, que no deja de crecer aun en circunstancias tan adversas como esta.
De parte de todo el equipo de Público, G R A C I A S.
Comentarios
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