Carta con respuesta

El recurso escaso

Siguen ahí. Salen en televisión y como invitados de foros de prestigiosos diarios de Internet para dar su opinión sobre la crisis y trazar sus sabios pronósticos. Siguen teniendo credibilidad a pesar de hablar casi siempre a toro pasado y no haber sido capaces de prever lo que ahora les resulta evidente con la crisis económica. Debajo de ese traje que llevan y una voz (engolada) de persona importante, sus palabras no dicen nada que no sepa cualquier hijo de vecino que eche un ojo a la prensa económica más o menos a diario. Dicen Diego donde dijeron digo y viceversa... y se apoyan en palabras como: incertidumbre, "ver qué pasa", turbulencia económica, "rally alcista" o "chicharro bursátil". Mediocridad es la palabra que mejor define a los analistas financieros; pitonisos de las finanzas que presumen de listos y que explican evidencias... por las que además cobran dinero.

IGNACIO CABALLERO BOTICA. MADRID

Habrá de todo, me parece a mí. Recuerdo un analista que intentaba enseñarme (sin demasiado éxito, lo admito) a leer balances y planes de negocio. "Esto también es un género literario", me decía, "y como en toda narración, lo que dice se sostiene sobre lo que calla". Luego, con claridad meridiana, me leía lo que el autor no quiso o no supo escribir y me señalaba dónde estaba la debilidad oculta de la empresa. No me pareció nada mediocre, se lo aseguro.

Incluso si usted tuviera razón, yo no les calificaría de mediocres, sino de verdaderos genios. Deben de serlo, si consiguen cobrar dinero por decir lo que todo el mundo sabe (aunque de forma algo más esotérica), aventurar pronósticos que nunca aciertan y contar otra vez lo mismo, pero de una manera distinta y con palabras nuevas. En el fondo, es lo que hacemos los escritores, aunque no creo que ganemos tanto dinero. A cambio, como usted señala, ellos tienen que salir sin parar por la tele, que es una de las cosas más entristecedoras que le pueden pasar a un adulto; pero, en fin... ¡más cornás da el hambre! Como los pintores de bisontes en las cuevas, los guionistas de cine o los novelistas, no se sabe bien si pertenecen al sector servicios (y solo dan espectáculo) o suministran materias primas (dan sentido a la experiencia).

No eche la culpa a los analistas: pregúntese más bien por qué entonces le pagamos a unos tipos para que nos digan de otra forma lo que ya sabemos, sean analistas o poetas. ¿Somos así de tontos? ¿O quizá les pagamos por algo que necesitamos? ¿Acaso a cambio de una narración que dé sentido a la realidad, aunque sea, como usted dice, a toro pasado? Pues en ese caso sin duda se ganan lo que cobran, ¿no le parece? En esta vida que vivimos, el sentido es el verdadero recurso escaso: vale su peso en oro.

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