Rosas y espinas

A la caza del periodista

 

ana matoMerendamos ayer con las marquesas y con la noticia de que a una periodista de Antena3 le rompieron el brazo mientras la ministra Ana Mato, mal conocida como Ana Gürtel entre los maldicientes, clausuraba unas jornadas de Mujer y Emprendimiento en el Reina Sofía. Parece ser que fue un miembro de la seguridad del museo o un guardaespaldas de la ministra el que mancó a la compañera, que solo porfiaba por preguntar unas cositas de Luis Bárcenas a nuestra más corajuda defensora de la sanidad pública. Esto nos pasa por andar preguntando, que es que no aprendemos.

De todos es sabido, dentro y fuera de la profesión, que al periodista que no pregunta nunca le pasa nada. Pero siempre hay listillos que sobrepasan la deontología del silencio y después les suceden estas cosas.

barcenasMariano Rajoy, que es el más sabio de entre nosotros y por eso lo elegimos presidente, evitó romperle brazos a los periodistas ofreciendo sus ruedas de prensa desde una pantalla de plasma. En estas cosas es donde se ve que se puede defender la libertad de expresión sin arriesgar fracturas metacarpianas.

Pero Ana Mato no aprende. Ayer mismo, mientras los guardaespaldas andaban rompiendo brazos a los periodistas preguntones, ella insistía en que estudia demandar a los que la difamen. Yo no creo que se refiera solo a los testigos del caso Gürtel que andan diciendo que Don Vito Correa le pagó a ella tres fiestas familiares que celebró junto a su ex marido, el presunto, supuesto y poco probable gürteliano Jesús Sepúlveda. Me parece que en sus palabras subrevuela también una amenaza velada a ciertos periodistas que se están jugando el cúbito haciendo gracietas con la ministra.

jaguar ¿Cómo iba esta mujer tan despistada a enterarse de que su marido estaba haciendo malabares financieros si ni siquiera se había fijado en que tenía un Jaguar en el jardín? La verdad es que hay periodistas y testigos tan suspicaces como falsarios. Mala la hubisteis, franceses, en esa de Roncesvalles.

Sanidad, como no quiere hablar de recortes, ha explicado a la opinión pública que la lesión de la periodista se produjo en un "forcejeo fortuito". Eso de que te recorten un brazo en un forcejeo fortuito solo le puede pasar a un periodista que pregunta lo inoportuno en el forcejeo inadecuado. Le ha faltado añadir, al ministerio de la Mato, que se trata solo de un brazo, y que la periodista Soledad Arroyo escriba con el otro, coño, no vayamos a tener que pagar todos los españoles sus tres semanas de baja.

Los forcejeos fortuitos son el encuentro bellísimo de la hostia volandera con el cronista aleatorio, y se estudian mucho en las facultades de Ciencias de la Información. En los últimos tiempos, muchos periodistas, yo incluido, hemos sido agasajados con "forcejeos fortuitos" por cubrir manifestaciones ciudadanas que no venían al caso, pues todo el mundo sabe que las medidas adoptadas por nuestro gobierno nos llevan por el buen camino, y eso es lo que tendríamos que estar escribiendo desde el salón de nuestra casa desahuciada para enviarle rápido la crónica a nuestro periódico cerrado.

aznarLa libertad de expresión tiene unos límites, y lo mejor que puedes hacer para respetarlos es escribir lo que te dictan los que saben. Si no, allá tú con tu metacarpiano, con tu radio y con tu cúbito.

A no ser que des con un caballero exquisito como don José María Aznar, que cuando una periodista le hacía una pregunta inadecuada contestaba metiéndole un bolígrafo entre las tetas, que no tienen posible fractura. Te la juegas, boquerón, si te vienes con insidias.

La veda del periodista está abierta. El arriba loado Aznar ya ha demandado a El País por andar escribiendo que los sobresueldos que pagaba Bárcenas los había inventado él. Lo mismo María Dolores de Cospedal, que aparecía en fragala contabilidad de Luis El Cabrón como receptora de algunas propinillas. Y hace nada, siguiendo la estela de estas dos almas de cántaro, todo el PP se ha conjurado para mandar a la cárcel al periódico de Prisa. Si es que, ya lo decía el incorrupto Donmanuel Fraga, no hay nada peor que darle a un tonto un lápiz. ¡Ay, aquellos antiguos ministerios de Información, tan añorados por Génova!

Más Noticias