Rosas y espinas

El voto de la resignación

paisajes-del-mundoUna de las cosas que más amo al escribir es plagiar a la gente. Ahorra muchísimo trabajo. Pones tu título. Tiene que ser original y algo pedante: El voto de la resignación. Y plagias exactamente lo que habrías querido escribir. Que los listos busquen al autor y hurguen de qué libro es el texto plagiado. Ja.

— ¿Y entonces, qué idea se habían hecho ustedes?
— Tendría que ser algo sencillo, porque, verá, nuestra situación financiera es más bien delicada. Yo estoy en el paro y percibo 980 euros al mes y aquí mi señora, Matilde...
— Encantada.
— Encantado.
— ... bueno, pues eso, que mi señora trabaja en una guardería haciendo sustituciones a los bedeles que ya no pueden soportar a los niños. Así que podríamos disponer de unos 1.100 euros para una semana los cinco: nosotros y las trillizas.
— Vaya, pues eso sí que limita las cosas... No sé...
— Hay otro asunto que debería tener usted en cuenta.
— Dígame.
cabana— Hemos pensado que necesitamos una semanita de desconexión, porque, la verdad, hemos pasado un año de mierda. Por eso mismo queremos irnos unos días, aunque, eso sí, tendría que ser a un sitio donde la gente no sea demasiado feliz, porque cuando tú estás hecho polvo y todo el mundo está tan contento a tu alrededor sólo haces mala sangre, y tampoco es cuestión de...
— Claro. Podría buscarle algo por el norte, por Galicia. Allí todos los veranos la gente anda cabreada porque hace un tiempo asqueroso y no para de llover y no pueden ir a la playa.
— Eso está bien pensado... Todavía hay otra cosa. Tampoco queremos ir a un sitio donde la gente tenga mucho dinero. No por el precio, que también, sino porque sabe muy malo ver a todo el mundo forrado cuando uno está al borde del colapso económico y familiar, como es nuestro caso.
— No sé. Quizás una cabaña de esas que se pueden alquilar en un camping..., no sé,... en el interior de Orense, les podría convenir. Y, además, seguro que allí se encuentra con algún otro parado como usted y se pueden apañar unas partiditas al tute. Y si la mujer del otro cocina bien y son de tierra de buen orujo estaríamos hablando de una auténtica ganga...
— ¿Qué te parece, Matilde?
— No sé. Podría ser. ¿Y el transporte?

— En autobús, desde Madrid. En siete horitas estarían ustedes allí, tan ricamente, jugando a la brisca y comiendo tortilla de patata. ¿Qué me dice?
— Hay una última cuestión. Yo tengo que sellar el paro el 23 de julio y, ya es mala suerte, la única semana de vacaciones que se puede coger mi señora es esa. Precisamente esa, la del 23... Así que debería haber alguna oficina de empleo cerca del camping para que pudiera sellar.
— Déjeme... Voy a entrar en el ordenador... Vamos a ver... A ver... Un momento... ¡Es increíble! ¡Aquí está! No me lo puedo creer. Y sólo por 750 euros con todo incluido. Escuche: Tus vacaciones en camping La Empanada (Orense), a 70 kilómetros de la playa. Te garantizamos que al menos uno de los inquilinos de nuestros bungalows será más pobre que tú. ¡Y a sólo quinientos metros de una oficina de empleo, para que puedas sellar el paro. Camping La Empanada. Un mundo de ventajas.
— ¿Pero por qué llora, señora? ¿Por qué llora?
— Es de felicidad. De pura felicidad... Te quiero, Paco.
— Y yo a ti, Matilde.

 

amor

 

Fin

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