Rosas y espinas

El pueblo desunido será siempre vencido

El pueblo desunido será siempre vencido
Marcha del Cambio en Madrid, convocada por Podemos en enero de 2015.- EUROPA PRESS 

Esto no lo he escrito yo. Ya me gustaría. Era 1973. Chile. Lo cantaba Quilapayún. Pocos meses después, Augusto Pinochet (amigo de Juan Carlos I) daba su golpe de Estado. Miles de asesinados. Han pasado ya 50 años, pero la verdad de la letra sigue igual. Unidad y mujer (de fuego y de valor) son los dos pilares básicos del progreso. De la canción de futuro. De la izquierda. Y a los dos se les ataca: a la mujer por la derecha, y a la unidad por la izquierda.

La derecha está más unida que nunca, y no solo en el plano político. En solo un par de días, la derecha ilegítima judicial ha frenado la renovación de su poder, con los mandatos caducados, con su deshonestidad de jueces en almoneda, con las togas manchadas de gürtel, con su negación de la soberanía popular del Senado y del Congreso.

En las mismas fechas, o sea, el miércoles, policías y guardias civiles se reunieron en la sede del Partido Popular (calle del Percebe o Génova 13) para pactar acciones contra el gobierno legítimo.

En estas mismas calendas, los empresarios, mientras trincan dinero del gobierno social-comunista, se niegan a sentarse con la ministra y los sindicatos para pactar el salario mínimo interprofesional. De vez en cuando, a esos mismos empresarios los pillan donándole más de siete millones de euros a la caja negra del PP, pero la Audiencia Nacional considera que en eso no hay delito. Nuestros ejemplares empresarios sintieron una mañana un irrefrenable impulso generoso, y aunque después les otorgaran millones de euros en obra pública, pues hombre, es que dios premia la generosidad y les vino en suerte.

En cuanto a la Iglesia, la Conferencia Episcopal ha iniciado una campaña contra el papa Bergoglio, porque este papa progre no aúlla contra el bolivarianismo, y cree que los golpes de Estado y los abusos a los niños y la discriminación a la mujer deben de ser sutilmente revisados (tampoco es un revolucionario, no os confundáis por los besitos que le dio Yolanda Díaz). Y los del progre Bergoglio siguen sin pagar el IBI (el papa dice que sí, que lo hay que hacer), ni impuestos por la entrada a la mezquita de Córdoba ni a la catedral de Santiago, sencillamente porque son muy patriotas, pero su reino no es de este mundo y no cotiza. Se han gastado millones de hostias y de bótox para hacer resurgir a Rouco Varela y retrotraernos a la España medieval del Cid Aznar. Cualquier día ruedan El Padrino IV con otro papa muerto.

Las derechas siempre han estado muy unidas, por mucho que escenifiquen pequeñas confrontaciones por mero interés electoral. Esa falsa división los fortalece, porque cubre los pecados de unos para redimirlos gratis con otros. Vox y Ciudadanos no han debilitado a la derecha; han contribuido a que las ratas asustadas por la corrupción del PP no abandonen el barco, sino que se arrojen a otro barco idéntico. Luego pactan entre las ratas capitanas que se han quedado y las que no, y siguen todos navegando igual. Y las ratas no capitanas que no trincan y votan siguen perdiendo derechos y salarios, pero ganan esperanza.

El problema de la izquierda es que sus ratas piensan más. Y no les cuesta tanto saltar de un barco a otro, pero generan entre ellos desconfianzas. Al PP no le importa el ascenso de Vox en absoluto. Le agrada, mientras no vea las fauces voxianas a la altura del cuello. Son la válvula de escape de su corrupción. Mientras Vox o Ciudadanos (RIP) no alcanzaran poder, eran un cojín cómodo para su pesadilla judicial.

En la izquierda pasa al revés, sobre todo porque no hay un partido con suficiencia parlamentaria. El PSOE no lo es. Pedro Sánchez no dormía si pactaba con Podemos, e intentó formar gobierno con los yupifachas de Ciudadanos. Lo siento por mi presidente, a quien respeto, pero aun tardará en que algún izquierdista verdadero lo considere un líder de izquierda. ¿Lo de la ley mordaza?

El problema está por el otro lado. Por los partidos que sí se pueden considerar representantes del pueblo. Por la izquierda verdadera. La confusión es tan grande que no sabemos a quién votar, porque todos dicen lo mismo pero, al contrario de la derecha, no todos hacen lo mismo. Véase Manuela Carmena. Este crisol de partidos dicen representar todos al pueblo, pero a base de siglas y líos consiguen desactivarnos a los que somos de pueblo, que no somos tan listos como ellos y no comprendemos nada. Y lo poco que sabemos es que el pueblo desunido siempre será vencido. Y vienen elecciones.

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