Rosas y espinas

El PP no es una mafia, señor juez

El PP no es una mafia, señor juez
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, durante el pleno del Parlamento de Galicia,esta mañana en Santiago de Compostela. EFE/Lavandeira jr

Hasta ahora, que yo sepa, Alberto Núñez-Feijóo nunca había dado una puñalada por la espalda. De hecho, lo único que había hecho Alberto Núñez-Feijóo por la espalda es dejarse untar el protector solar por Marcial Dorado en el yate del narcotraficante gallego. No rayaba en lo macbethiano (Feijóo, no el narco), hasta ahora.

Al pobre Pablo Casado ya ni Feijóo quiere regalarle másteres. Paco Marhuenda y Francisco Rosell ya no envuelven con su Razón y su Mundo el pescado más fresco para llevárselo cual dádiva vasalla a Génova 13. Cayetana Álvarez de Toledo moviliza contra él a todos los cayetanos, con su elegancia cruel y casi intrínseca, y le monta un 15-M a las puertas de Génova al son de su suave voz de mujer fatal de tango. En cuanto a la pareja vampírica del partido, José María Aznar y Esperanza Aguirre, ya se atreven a salir de día y a exigirle que se sumerja en el mundo de las sombras.

Quien con mafiosos se acuesta, con cabezas ensangrentadas de caballo se levanta, que diría Mario Puzo. Y no es que quiera yo llamar mafiosos a los del PP, pues mi gobierno modernuqui y súper progre aun no ha tenido tiempo para derribar la ley mordaza, y me arriesgo a la silla eléctrica pagando yo la factura de la luz. Así que, para evitar el celo de nuestros jueces contra la libertad de expresión, insistiré en decir que el PP no es un partido mafioso. Aunque haga tremendos esfuerzos por demostrar justamente lo contrario.

Pablo Casado siempre fue un líder débil. Un Alfonso XII con menos luces. Si hacéis un poco de memoria, ya su elección estuvo envuelta en turbias circunstancias. Tras la moción de censura y la escapada al bar de Mariano Rajoy, creyó Casado (bajo la batuta marquesona de Espe) que podía liderar el partido. Al principio, sus dos únicos adversarios eran el muy anónimo José Luis Bayo y el melifluo ex ministro de exteriores de Rajoy, José Manuel García Margallo. Batalla ganada para Casado, pues había sido vicesecretario de comunicación de Rajoy y había salido muchas veces, y muy guapísimo, tanto en las radios como en las televisiones. Era sin duda el más popular y el más vendible de los tres.

Pero todo el mundo estaba esperando al mirlo blanco, a Alberto Núñez-Feijóo, cuya candidatura se daba por inexorable. Casado no tenía ninguna posibilidad contra el don pelayo gallego.

Sin embargo, el 18 de junio de 2018, Feijóo, entre lágrimas y en un bello paraje montañoso, le anunció a la prensa que no se presentaba. La cosa sonó rara. No se llora por renunciar a lo que nunca has tenido ni querido. Por muy gallego que seas.

Al día siguiente, con insólita precipitación, Soraya Sáez de Santamaría anunciaba su candidatura. Todos, incluso ella, dimos por seguro que la batalla estaba concluida. Hasta que apareció María Dolores de Cospedal.

Con tales rivales Casado no ganó las primarias en primera vuelta, por supuesto, pero se quedó en el medio observando cual cervatillo cómo las dos fieras que querían cenárselo se devoraban entre sí. Y se convirtió en presidente del PP con el mismo esfuerzo con que cursó sus másteres.

En resumen, que Pablo Casado le debe su puesto a la renuncia de Feijóo. Y ahora Feijóo vuelve a ser figura clave en su biografía.

Hay una historia que os quiero contar pero que no es nada periodística. Es la de los dosieres contra Feijóo que podría manejar Soraya Sáez de Santamaría, que no olvidemos que fue la jefa de los espías españoles durante mucho tiempo, y Soraya no es precisamente una Cristina de Borbón: Soraya se enteraba de todo.

A medida que sabemos más aventuras internas del PP, y no me refiero solo a ahora, cada cual es más disparatada: estafas con la visita del Papa, un pirado disfrazado de cura secuestrando a la mujer de Bárcenas, un millón de euros abandonado por un operario de Ikea en casa del suegro de Granados, el ridículo y carísimo intento de Aznar por comprarse la medalla del Congreso de los EEUU, Esperanza Aguirre atropellando policías en plan Fast&Furius, Cifuentes robando cremitas faciales, y no sigo porque me sale un guion de Azcona.

Pero, con estos antecedentes, permitidme la inelegante licencia de encontrar posible que sí haya un dossier contra Feijóo. Y que pueda usarse ahora para sabe el demonio qué perversos anhelos. Lo que no quiere decir, señor juez, que yo esté insinuando, ni mucho menos, que el PP es como la mafia. Válgame dios.

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