Todo es posible

Las barbas del vecino

Es posible que no tengamos mucho que ver políticamente con los franceses, en unos aspectos para bien y en otros para mal, pero sí tenemos mucho que aprender. A Sarkozy le han dado un palo electoral, entre otras razones, por tontear con las esencias patrióticas y meterse en el inoportuno debate sobre la identidad nacional y sus implicaciones racistas. De manera que mientras la UMP de Sarkozy movía el árbol, el Frente Nacional de Le Pen y sus descendientes recogían las nueces. En la primera vuelta de las elecciones autonómicas francesas, tan alarmante ha sido el notable y sorprendente avance de la extrema derecha (el 11% de los votos) como la elevada abstención (casi el 53%) interpretada como una actitud de rechazo o castigo, más que como un acto de resignación o indiferencia. Mal sabor de boca deja el ascenso de Le Pen, propiciada por los errores de Sarkozy y el consiguiente abstencionismo que los argentinos bautizaron como el "voto bronca".

Ante semejante panorama, los socialistas, que han obtenido unos excelentes resultados, han aprendido que para consolidarse como primera opción política tienen que llegar a acuerdos. De momento, han firmado un convenio con la plataforma ecologista que cuenta con el apoyo de los verdes, los representantes del mundo sindical y del movimiento asociativo formado por numerosas ONG. Son tantos los peligros del abstencionismo como de la dispersión de las fuerzas progresistas, suponiendo que quieran frenar el avance de la ultraderecha en la segunda ronda de los comicios del próximo domingo. Conviene que nos apliquemos el cuento.

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