Todo es posible

Nuestro pequeño Madoff

Me asombra que la pareja Millet-Montull haya pasado de puntillas por el correspondiente juzgado de instrucción y, contra todo pronóstico, se encuentre en libertad y sin fianza, a pesar de confesar por escrito que ha robado 3,3 millones de euros del Orfeó Català. Habrá lectores que todavía ignoren quiénes son este par de estafadores, no sé si debo anteponer presuntos o me puedo ahorrar el trámite de la presunción de inocencia en este caso lleno de evidencias. Tras un breve sondeo doméstico, compruebo que a pocos les suena el nombre de Fèlix Millet y, menos aún, el de sus secuaces. Demasiada corrupción. Bastante tenemos con las ramificaciones de la trama Gürtel, la operación Malaya y, ahora, con los de El Ejido. Pero ninguno es comparable a "nuestro pequeño Madoff", según le llaman ilustres familias de Barcelona, víctimas de su pillaje, que lo describen como un hombre amable, discreto, tímido, desaliñado y campechano.

Daría lo que fuera por saber los pensamientos del juez que decide dejar suelto a un tipo imputado por delitos continuados de malversación de caudales públicos, falsedad documental y apropiación indebida, que además le mintió en su primera declaración al decir que había desviado fondos por importe de 1,3 millones, que luego se vio forzado a confesar que eran 3,3, cuando en realidad han sido diez e incluso se supone que el saqueo puede alcanzar los 20 millones de euros. Quizá el anciano Millet no tenga intenciones de fuga, pero nadie duda de que, mientras tenga las manos libres, se dedicará a borrar el rastro de algunos cabos sueltos del delito. Se habla ya de un complejo entramado de protecciones mutuas.

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