Trabajar cansa

Aguirre, a lo Dorian Gray

                                     

 "Me impresiona ver mi cuadro colgado entre una serie de retratos donde están liberales tan señalados" -Esperanza Aguirre, presidenta madrileña-  

                              

En plena tormenta política y judicial, en el momento más bajo de su carrera política, Esperanza Aguirre asistió ayer en el Senado a la presentación de su retrato oficial, que se incorpora a la galería noble junto a los anteriores presidentes de la Cámara.

La noche antes, por efecto de las malas noticias sobre su partido, y con el recuerdo reciente de su visita a la exposición de Francis Bacon en el Prado, Aguirre tuvo una terrible pesadilla: soñó que al retirar la cortinilla que cubre el cuadro aparecía su retrato, sí, pero con aspecto monstruoso, deformado y sucio, como pintado por el propio Bacon.

En el sueño, la lideresa se esforzaba por reponer la cortinilla, pero no conseguía tapar el espantoso retrato, que provocaba desmayos y gritos de horror entre los asistentes. De repente quedaba desvelado el secreto de Aguirre, y todos descubríamos cómo era posible que hasta ahora hubiese gobernado una comunidad llena de escándalos, pelotazos y mugre sin que nada le salpicase, conservando su imagen intacta y arrasando en las urnas.

A la manera del protagonista de El retrato de Dorian Gray, Aguirre tenía un pacto con el diablo: era el cuadro, y no ella, quien sufría los efectos de tanta degradación. Mientras ella se paseaba lozana y aspiraba a la Moncloa, en un sótano del Senado su retrato pintado iba llenándose de arrugas, sombras y manchas, deteriorándose de forma repulsiva hasta que alguien descubriera el secreto. Y ese día había llegado.

Se despertó empapada y chillando. Horas después todavía recordaba la pesadilla al descorrer la cortinilla.

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