Trabajar cansa

Lecciones entre España y Argentina

"Vamos a permitir parejas de tres o cuatro personas, y van a pedir matrimonio los hermanos. ¿También estamos preparados para eso?" -Cynthia Hotton, diputada argentina del PRO- 

         

En Argentina, desde donde escribo, se debate estos días sobre un tema ya viejo para nosotros: el matrimonio homosexual. En el parlamento, en los medios y en la calle se enfrentan partidarios y detractores, en una controversia que me provoca un total déjà vu. Los sectores reaccionarios se oponen con argumentos calcados de los que ya oímos en España: la defensa de la familia tradicional, la apelación a la ley natural, la vía abierta al incesto o la poligamia, la amenaza para la sociedad y para la supervivencia de la especie, y todo tipo de memeces. 

Como nosotros ya pasamos por ahí, y llevamos cinco años desde que se aprobó la reforma, deberíamos echarles una mano y tranquilizarles con nuestra experiencia: que no pasa nada, que miles de parejas se han casado en España y no se ha roto nada, no ha habido derrumbes ni extinciones, la vida sigue y tan contentos. 

A cambio, podemos tomar de los argentinos otras lecciones igualmente útiles para nuestras propias polémicas. En el tema del franquismo, por ejemplo. Mientras en España estamos atascados discutiendo sobre Garzón y la ley de amnistía, en Argentina nos llevan varios años de ventaja. Y como nosotros con el matrimonio, también ellos podrían tranquilizarnos, y demostrarnos que la reparación a las víctimas, el conocimiento de la verdad, y la persecución judicial no han supuesto ninguna tragedia, más bien al contrario. 

Estos días, por ejemplo, se ha abierto un nuevo proceso contra el dictador Videla -que  está en prisión preventiva-, y han detenido a Martínez de la Hoz, ministro de Economía de la dictadura, lo que abre la vía judicial contra la parte civil del golpe y la represión, no sólo ya militares y policías. En un periódico, una publicidad avisa de que las audiencias para un próximo juicio contra torturadores son abiertas al público, e informa de los horarios. Y como éstos podría añadir decenas de ejemplos de qué están haciendo los argentinos con la dictadura sin que se rompa nada, con toda normalidad democrática. Un buen intercambio de lecciones.