Traducción inversa

Veinte años

El Mundo celebra sus 20 años de vida. Que un  diario  se inaugure con la caída del muro de Berlín es toda una declaración de intenciones. Las ilusiones espurias derrumbadas aquel noviembre de 1989 han permitido el surgimiento en toda Europa de una nueva derecha sin complejos, convencida de que no sólo Marx sino también Keynes podían ser arrumbados de un plumazo sin mayores consecuencias. Pero El Mundo, en su mamotreto celebratorio, prefería no hablar de esas obviedades; en su lugar, Pedro J. Ramírez nos asegura que "a nada se asemeja tanto la edición de un periódico como a la efímera intensidad gloriosa del acto amatorio con toda su búsqueda y merodeo previo". Por eso "los ejemplares salidos de la rotativa de las emociones" le parecen "una interminable eyaculación" y por eso Arcadi Espada, tras aludir al episodio del vídeo sexual del pizpireto director, concluía asegurando que lleva el diario de ambos "en el corazón. No por dentro del corazón, exactamente. Por fuera. Protegiéndolo".

Pues enhorabuena a los premiados. En realidad, auguro al modelo de El Mundo –con su corazón, sus gónadas y las otras vísceras que hacen al caso- un gran futuro. Si El País conectó con una generación de penenes e intelectuales progres orteguianos, El Mundo lo ha hecho con otra de merodeadores e intelectuales ex progres orteguianos. Antes de que una de esas dos Españas nos hiele lo que ya se sabe, vamos a ver si Público puede ser el vehículo para una nueva hornada de intelectuales (es decir,  intérpretes de la realidad) que no necesiten ser jacobinos para poder subirse al estrado. En 20 años lo comprobamos.

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