La trama mediática

¡A él la Legión!

No era suficiente con la vuelta del estadista de Quintanilla de Onésimo regurgitando una frase -lo del daño y todo eso- que antes libó Hermann Tertsch. ABC ha rescatado de las catacumbas al dos veces ministro de Franco -¡presente!- José Utrera Molina. A diferencia de otros, el guijarro superviviente de la larga noche de piedra no disimula con lo de la reconciliación para bramar por la retirada de la estatua del general Millán Astray en A Coruña: "¿Qué se intenta, mancillar los nombres más ilustres de nuestro acontecer nacional? Esta vandálica invasión del Gobierno socialista, esta apoyatura indiscutible de todo lo que significa destrucción de valores esenciales, no puede permanecer indiferente ante los que creemos en valores superiores", brama el fósil azul.

ABC, febrero de 2010, se lo prometo. Y para que termine de entrarles el tembleque o la risa floja, les transcribo el final de la vomitona dialéctica del irredento falangista: "Hago honor a esta distinción y saludo ante su tumba con gesto legionario a quien ha sido un héroe excepcional y un ejemplo para las futuras generaciones. Al grito legionario ¡a mí la Legión!, acudo. Aquí estoy, mi general".

Fachas versus neochekistas

Después de ese arreón nostálgico, me pareció especialmente gracioso que César Vidal se cascara unos miles de caracteres en La Razón a cuenta de la palabra facha. Sostiene el lingüista a la violeta que tal vocablo es un bozal para callar a los poseedores de la verdad ultramontana. Menos mal, dice, que hay algunos que no bajan la palma extendida. Utrera Molina suponemos que es uno. Van dos ejemplos más de tipos que no se arrugan cuando los define la progresía: "O que digan que son de derechas, que todavía es peor. Y es que salvo con personas de temple -Federico Jiménez Losantos o Alfonso Ussía son ejemplos obvios- el éxito de los neo-chekistas con esta palabra mordaza resulta abrumador".

Se olvidaba Vidal del tipo que llega un minuto tarde a su homilías televisivas o escribe en ABC soflamas como esta: "Los últimos años de nuestro país, los seis años triunfales de nuestro Gran Timonel, nos dan tanto material para la repugnancia y el hastío que a nadie debe sorprender que sean muchos los que quieren irse, mandar a sus hijos lejos de aquí o aislarse en lo que los alemanes orientales llamaban durante el régimen de la RDA vivir en el nicho". Eso en una columna titulada "El tormento de la lucidez". Transparente, Hermann Terstch.

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