La trama mediática

El fugitivo Garzón

Con nostalgia de aquellas series en blanco y negro de los cincuenta que nos recordaban en doblaje mejicano que "el mal siempre paga", el editorialista de El Mundo se dirigía ayer, severo, al juez que hace sus maletas: "Ninguna de sus argucias le va a servir porque esta vez la Justicia se ha puesto en marcha y ni siquiera los poderosos protectores de Garzón van a lograr paralizar su engranaje". Para que quedase clara la condición de proscrito del de las sienes plateadas, el periódico de Ramírez había titulado en primera "Garzón huye a La Haya para no ser suspendido como juez". Efectista, pero no original, porque Libertad Digital ya había escrito su propio pasquín con el "Wanted" correspondiente: "Garzón huye de la Audiencia Nacional para evitar que le echen".

En La Razón, José Antonio Vera ordeñaba la misma vaca metafórica de la huida y, de propina, nos dejaba ver que considera enemigo al supuesto prófugo. ¿Que lo pruebe? Basta el título de su columna: "Puente de plata". Pragmático como el refrán castellano en que se inspiraba, concluía: "Aquí paz y allí la gloria. Las falanges de la 'zeja', contentas, el Poder Judicial se quita una losa y el Gobierno salva a su corregidor mimado tras poner en la calle al proetarra Usabiaga".

El rey sano y sus vasallos

Habrá más episodios del folletón. El que parece concluído es el de la visita no protocolaria del rey al Clínic, aunque los palmeros alargan y alargan los títulos de crédito finales. Vean cómo se derretía ayer en La Razón Ernesto Sáenz de Buruaga: "Es como el muro de contención en una España que a veces necesita un susto para mirarse al ombligo y encontrar sus referencias. La de ese Rey que siempre tiene una sonrisa, una palabra de afecto, un abrazo, un traspiés al subir a un estrado que nos hace sonreír".

Molesto porque alguien le intentara disputar el liderazgo de la coba real, Ángel Expósito acusaba en su videosermón de ABC digital: "A la vez que hay un montón de buitres callados, hay un montón de pelotas que salen de los adoquines". Lo gracioso es que tres segundos después, el director del vetusto diario se postraba de hinojos y definía al monarca tal que así: "Un absoluto monstruo mediático, un absoluto genio en las relaciones públicas y un absoluto genio de cómo ser español". Y remataba: "El príncipe Felipe tiene una papeleta encima de la mesa; al fin y al cabo es una persona humana como cualquiera de nosotros". "Persona humana", ¡Guau!

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