La trama mediática

El efecto Benedicto

Luego dirán que los que faltan al respeto a Su Santidad son los impíos laicistas. La Razón, sin embargo, se puede permitir compararlo con un desodorante tan ricamente. ¿Les suena el Efecto Axe? Pues lean esto: "El efecto Benedicto provocó que ayer se formaran colas de hasta dos horas para contemplar la Sagrada Familia. Pero todo esto son minucias en comparación con los réditos espirituales, que es lo que de verdad escuece a los nostálgicos del laicismo".

Habrá que reconocer que el tal efecto es prolongado. 48 horas después de su marcha, el hombre de blanco sigue iluminando carpetovetónicos en trance. A Alfonso Ussía, por ejemplo, no hay forma de sacarlo del pasmo. Vean qué cosas dice: "Ese hombre, que cambia cuando muere y vuelve a ser el mismo hombre cuando es elegido, derribó el Muro de Berlín y abrió la puerta de la libertad a centenares de millones de europeos encarcelados tras un telón de acero ignominioso". Y en ABC, Tomás Cuesta, presa del mismo embeleso: "Desde anteayer, en cambio, [la Sagrada Familia] es un lugar de Dios, una expresión del 'pneuma', una atalaya de lo divino (y de lo humano) que planta cara a un vendaval de insensateces".

Si van a buscar 'pneuma' en el diccionario, aguarden, que Luis María Anson ha querido recordarnos que es académico y ha convertido en jeroglífico su última columna en El Mundo. A ver si entienden algo: "Zapatero, el inexhaurible, permanece indiferente al ustión del Gobierno, arropado por sus espoliques más queridos como Pepiño, Elena, Carmina o Trinidad". La sencillez, ante todo.

Desmemoria selectiva

Como siempre, Hermann Tertsch es mucho más claro en sus desfogues de ABC. El más reciente tiene como destinatario al expresidente que se acaba de repintar la equis en la frente, del que escribía: "Tuvo inmunidad gracias a la cobertura intelectual y moral de un aparato mediático que llegó a ser práctico monopolio de la verdad revelada del felipismo". Se refiere al diario El País, del que Tertsch fue columnista desde 1985 y subdirector entre 1993 y 1996. La época de autos, vamos.

Curioso funcionamiento, el de la memoria. Carlos Dávila ya no se acuerda de que en los últimos seis años ha habido una docena de manifestaciones para exigir que el Gobierno no negocie con ETA. La del sábado en Colón no tuvo precedentes, según nos revelaba ayer en La Gaceta "Por primera vez que se recuerde en estos pagos de España, la sociedad civil se ha lanzado a la calle".

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