La trama mediática

Insultos, según y cómo

No hay medicina que peor siente que la propia. Vean lo quejosa que está La Razón porque a su faltón en jefe le recetaron su misma botica en la televisión de Paolo Vasile: "Los insultos en un programa de Telecinco a Alfonso Ussía son una práctica inaceptable en un medio de comunicación, pues el entretenimiento no tiene por qué renunciar a la calidad". ¿No tiene pluma el aludido para defenderse? Por supuesto. He aquí lo que espetaba a Maria Antonia Iglesias, autora de las presuntas insidias: "De parecerme a ti, yo también padecería la amargura, y seríamos amigos. Pero no es así, y me limito a perdonarte, de todo corazón, porque tu desazón y tu enfado con la vida está justificado". Hay perdones que son más ruines que el peor insulto.

Tal baila Carlos Dávila, director de La Gaceta, a quien José Bono le ha puesto cuarto y mitad de lo suyo. Y claro, no lo ha encajado bien: "Me contengo. Me contengo después de conocer, de su viva voz, la serie de diatribas, insultos, imputaciones, agravios... en fin, de todo con lo que Bono nos ha agraviado. Éste es el ejemplo de un tramoyista impune que adjudica a los demás los vituperios con los que nadie, aquí, le ha ofendido". Ya saben, lo de la viga y la paja en según qué ojo, que es en lo que también anda Hermann Tertsch, que denunciaba con saña en ABC a quienes subrayamos lo que escribe. Tras desfogarse, terminaba: "Si a alguno le pasara algo, lo suyo es como lo de su hermano Wyoming, todo humor y desenfado". ¿Hay que volver a recordarle que lo suyo fue una trifulca de bar?

Purificación y penitencia

Más fino, como la canela que dice espolvorear en El Mundo, Luis María Anson tira de cultismos, de modo que las cargas de profundidad quedan envueltas en la duda: "Será una pelea aúrea que debe preocupar sobre todo a Mariano Rajoy y a las dos púberes canéforas que le aroman con sus inciensos: Soraya y María Dolores", escribía el académico autoplagiándose por decimosexta vez en seis meses.

Todo está sujeto a interpretaciones. También la frase lapidaria del editorialista de Cope con que cerramos el copia-pega por hoy. A ver cómo la entienden: "El Papa ha aludido sin tapujos a la herida abierta por los casos de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia y ha pedido purificación y penitencia, agradeciendo su entrega a tantos buenos sacerdotes que transmiten su fe con humildad y fidelidad". ¿Purificación y penitencia? Un par de avemarías y pelillos a la mar.

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