Aquí no se fía

Desiguales hasta la muerte

Hay ámbitos en los que la presencia femenina ha dado un paso de gigante. Pero en otros sigue siendo ridícula. Por ejemplo, ¿cuántos magistrados componen la sala que juzga a los líderes del procès? Siete. ¿Cuántos son mujeres? Una. ¿Cuántas universidades públicas existen en España? Cincuenta. ¿Cuántas cuentan con una rectora? Siete. ¿Cuántas formaciones políticas estatales tienen ahora representación parlamentaria? Cinco. ¿Cuántas están lideradas por una mujer? Ninguna.

Es verdad que no hace mucho las cosas estaban incluso peor. Pero, bueno, de eso se trata: de ir avanzando. Aunque la lentitud, a veces, puede parecer exasperante. Fíjense, si no, en los últimos datos oficiales conocidos sobre las pensiones de jubilación. Corresponden a la nómina de septiembre; es decir, la de este mismo mes. El importe medio es un 51% más alto en el caso de los hombres que en el de las mujeres; una brecha intolerable, por más que, obviamente, tenga su explicación.

La masiva incorporación femenina al mercado laboral es relativamente reciente. Y hay muchas mujeres que todavía tienen serias dificultades para alcanzar los puestos de trabajo más cualificados y de mayor responsabilidad, pese a disponer de una formación suficiente. Eso, claro está, hace que ganen menos, que coticen menos a la Seguridad Social y que a la hora de la jubilación deban conformarse con pensiones más bajas que las de sus compañeros varones.

¿No se ha hecho nada para evitarlo? Sí, naturalmente que se han hecho cosas. En 2009, la brecha entre la pensión media de jubilación de  hombres y  mujeres era del 68%. Se han recortado, pues, diecisiete puntos en un decenio. Pero a este ritmo, serían necesarios treinta años más para conseguir la igualdad. Y treinta años son muchos años, sobre todo teniendo en cuenta la pujanza de las mujeres, su anhelo de participar en la construcción del presente y del futuro sin  ningún tipo de discriminación.

Porque en el tribunal que juzga el procès sólo hay una magistrada, pero desde 1998 se contabilizan en España más juezas que jueces en activo. Porque las universidades públicas sólo cuentan con siete rectoras, pero un 60% de los recién titulados son mujeres. Porque todos los líderes políticos son hombres, pero casi la mitad del Congreso estaba formado por diputadas en la fallida legislatura que acaba de terminar.

Las mujeres quieren su papel en la sociedad a todos los niveles y deben tenerlo. Lo que no se sostiene es que tengan que soportar la desigualdad hasta el día mismo de su muerte.

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