Asuntos & cuestiones

La botella medio llena

Los comentarios de Celia Villalobos en los pasillos del Congreso de los Diputados en los que se refería al presidente de la Cámara como el más fascista de los que habían ejercido el cargo han causado un gran revuelo. Teniendo en cuenta que conversaba en privado con miembros de su partido, destacaría como positivo el factor didáctico que aporta el uso del término fascista cuando se utiliza en sentido peyorativo.

Como es sabido, si descartamos los partidos nacionalistas, se podría decir que el PP aglutina todas las opciones de la llamada derecha sociológica española. Aquí se incluyen los seguidores del difunto dictador; los que salen a la calle a protestar cada vez que ETA declara una tregua; los que dan vivas a la vida para abolir el derecho al aborto, entre los que se encuentran muchos partidarios de la pena de muerte y también los numerosos cargos en ayuntamientos y comunidades autónomas que se niegan a retirar monumentos y nombres de calles y plazas que ensalzan el fascismo.
Así, aunque sólo usen el término para descalificar al rival político, el simple hecho de identificarlo con una actitud despreciable puede que termine por crear una asociación psicológica que convierta a todos sus miembros en antifascistas, y del mismo modo que se manifiestan en estas fechas conmemorativas contra el fallido golpe de Estado del 23 de febrero del año 1981, acaben reaccionando contra el que salió bien, el del año 1936, condenen de una vez por todas aquellos crímenes y todos los españoles, sean del signo que sean, consigan el derecho a enterrar conforme mandan sus dioses a los que fueron asesinados por defender la democracia y la libertad. Que ya va siendo hora.

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