Una china en el zapato

Un ejemplar único

Desde que el presidente de la CEOE afirmó: "hay que acabar con el parado porque sí" no dejo de pensar en él, en el parado porque sí, quiero decir. Siendo casi único en su especie, esta variedad del parado común constituye una rareza, en consecuencia, como haríamos con un animal exótico, no sé, con un axolotl, deberíamos no eliminarlo, qué barbaridad, sino protegerlo. A lo mejor estos extraños individuos son almas de otro mundo, seres excepcionales de valores y costumbres diferentes a los del resto de los mortales. Desde su singularidad quizás nos miren a los ojos como el axolotl en el cuento de Cortázar y puedan transmitirnos puntos de vista diferentes: Saber qué se siente al otro lado del cristal.

     Al parado porque sí me lo imagino viviendo en un hábitat oscuro y cálido, probablemente no necesite comer mucho y lleve una vida volcada hacia el interior, encogiéndose de hombros cuando alguien le proponga algún plan con un "preferiría no hacerlo", al estilo Bartleby de Melville. Aunque todo esto, claro, no son sino suposiciones.

     Estamos hablando de uno o dos pares de ejemplares entre los millones de parados comunes. Y sin embargo son los que han reclamado la atención del dirigente de la patronal, para acabar con ellos, nada menos. Igual que defendemos la biodiversidad, no convendría llamar a la destrucción, tan alegremente, de la psicodiversidad. En un mundo de triunfadores o perdedores el parado porque sí puede ayudarnos a entender muchas cosas, o en último término preservar el derecho a ser diferente.

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