Una china en el zapato

De cara a la huelga

En la prehistoria de los videojuegos había uno que consistía en asumir el puesto de un presidente que acababa de ganar las elecciones. A partir de ahí las medidas que tomaras provocaban diferentes escenarios, de manera que podían levantarse contra ti los trabajadores con una huelga general o era el FMI el que apretaba las tuercas y te hacía la pascua. Con el presidente Zapatero a los mandos, estamos sumidos en plena partida.

     Hace unos días Esperanza Aguirre vino a decir que ella no tenía cara de huelga. No sé en qué sentido lo dijo, pero me apresuro a afirmar que yo tampoco. No trabajo con uniforme en una nave junto a cientos de personas ni estoy afiliada a ningún sindicato. En todo caso, y haciendo un tremendo esfuerzo, podría encuadrarme en la categoría que Beatriz Preciado recoge en su estupendo ensayo, Pornotopía, y vendría a ser una especie de obrero mediático horizontal que trabaja en un espacio posdoméstico. Es decir, escribo tumbada en el sofá de mi casa. En este sentido me preocupaba no tener un sitio del que ausentarme el 29-S, supongo que como tanta gente en paro, o con trabajo precario, o sumergido, o eventual, o irregular, o no reconocido.

     Sin embargo, que me sienta lejos de los sindicatos no significa que me sienta lejos de su protesta. De hecho la iniciativa de la huelga general es suya, pero el problema es de todos. Además de "inmovilizar" a los trabajadores para que ese día no trabajen, lo importante es también movilizar al resto, a todos los ciudadanos que tras esta debacle tardocapitalista nos hemos quedado, si no parados, de piedra, viendo cómo la banca sigue acumulando beneficios y la evasión fiscal de las rentas más altas está a la orden del día.

    En aquel videojuego antiguo, a diferencia de otras aventuras bélicas hoy muy de moda, realmente ganar, no se ganaba nunca, porque no había un enemigo al que se pudiera vencer para siempre. En la huelga del 29-S, como en aquellas partidas, tampoco habrá victorias ni derrotas inmediatas. Como entonces, no se trata de ganar, sino de hacerlo mejor. Una cosa es no tener cara de huelga, y otra dejar que las cosas pasen a tu alrededor poniendo cara de póker.

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