Una china en el zapato

Dejar marca

    De un tiempo a esta parte se escucha hablar de la marca España, incluso en los últimos días se ha escrito que, según evolucionara la coyuntura económica, la marca ZP se valoraría al alza o a la baja. De hecho las siglas ZP para designar como "marca" al presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero fueron creadas en su día por un publicitario.
   
    En nuestro país el discurso circulante -tanto en el campo político como en el de la comunicación- ha adoptado el lenguaje del marketing. De manera que no solo han sido los mercados los que  nos han lanzado a la crisis actual sino que además han impuesto alegre y eficazmente sus reglas y su lenguaje. Los gobiernos se convierten en marcas: la marca Merkel cotiza al alza; la marca Irlanda, con el resto de los PIGS, a la baja.

 
    Es curioso sin embargo que esto ocurra en un momento en que los consumidores parecen decantarse por las marcas blancas. Se busca eficacia y calidad sin ostentación, ya no hay tanta necesidad de comprar una imagen -una ficción-. Hasta la sofisticada Dita Von Tissen fue fotografiada comprando un aceite marca blanca en un popular supermercado de Nueva York. En nuestro terreno, se dice que la infanta Elena es fan de Mercadona.
 
    Así que justo ahora que empieza a ponerse en duda el valor a priori de las marcas, los políticos las rescatan. Tal vez no esté tan equivocado Francis Fukuyama cuando se pregunta si la culpa de la crisis actual es de los mercados o de los gobiernos. Porque la verdad es que una vez más los políticos parecen llegar tarde al lugar por el que los ciudadanos han pasado mucho antes. Unos dejan marca, otros las abandonan.

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