Cartas de los lectores

24 de mayo

La profesión del profesor
Soy representante de estudiantes en la junta de la facultad de Filosofía de la Universidad Complutense, que publicó un manifiesto por la profesión del profesor para solicitar la paralización de la implantación del Máster en Formación del profesorado de Educación Secundaria. Este manifiesto lo ha firmado una importante parte de la comunidad académica universitaria y de enseñanza secundaria. Estos días, muchos sectores de esa comunidad, entre ellos rectores de las universidades, han pedido dicha paralización.
Esto se debe, entre otras cosas, a que, si se implanta el máster, de carácter psicopedagógico en su casi totalidad (los complementos disciplinares, única parte de contenidos específicos, apenas llegan al 15% y pueden ser optativos), será cursado por graduados que, teniendo sólo tres años de formación en su disciplina, podrán opositar, ser profesores de secundaria e incluso investigar para doctorarse con una preparación académica en su disciplina equivalente a un estudiante de licenciatura que sólo hubiese superado el primer ciclo de la misma (es decir, hasta 3º de licenciatura).
Mientras los másteres específicos de cada facultad no habilitan para el ejercicio de la profesión del profesor, de tal forma que quien sabe más de su disciplina sólo podrá investigarla, quien sabe menos, según el ministerio, no sólo la sabrá enseñar, sino también podrá investigar en ella. ¡Qué clase de mejora educativa es esta! ¿Cuándo se pronunciará el señor Gabilondo, como ministro, a este respecto, sabiendo que se declaró en contra del máster cuando era presidente de la Conferencia de Rectores?
Romina Colombo/Madrid

PP, PSOE y Franco
La esquizofrenia es una enfermedad que impide organizar correctamente las ideas y parece afectar a ciertos políticos en cuestiones de su relación amor y odio con Franco. Concretamente, la última estrategia de algunos es acusar al Partido Socialista de tener actitudes franquistas en aspectos como la recolocación de altos cargos. Me refiero a la frase ingeniosa del peso pesado del PP en Andalucía, Javier Arenas, en la que afirmaba que aquí pasa como con Franco, que había que recolocar a los cargos salientes.
Si tanto les molesta Franco, han perdido la oportunidad de tildarlo de dictador fascista cuando no votaron esa resolución en el Parlamento Europeo. Si tanto odian a Franco, han perdido la oportunidad de apoyar la ley de la memoria histórica y borrar de pueblos perdidos la sempiterna avenida del generalísimo –en minúsculas, por favor–.
Puede que el PSOE tenga actitudes nefastas, como todo hijo de vecino, pero, hasta que no veamos a todos los líderes del PP diciendo que Franco fue un asesino de masas, su postura es vergonzosa. Y, por supuesto, al tener un ex ministro franquista en el partido, deberían avergonzarse de insultar a Garzón por pedir el certificado de defunción de Franco.

Emilio Iglesias/Sevilla

La Europa del trabajo
Resulta realmente complicado enriquecer ideológicamente los conceptos de ciudadanía y democracia elaborados para la Europa del siglo XXI. La democracia europea, basada en la igualdad ante la ley, es irrenunciable para quienes la disfrutamos, aunque manifiestamente mejorable en sus otros dos elementos, la libertad y la fraternidad. Parece poco probable alcanzar una comunidad política radicalmente diferente a la que conocemos, por lo menos a corto plazo. Entonces, ¿por qué no fue posible la Constitución europea? ¿será posible el Tratado de reforma de Lisboa?
En esta etapa constituyente por la que está atravesando Europa, la entrada, la permanencia y la salida del mercado laboral se hacen al margen del Derecho del Trabajo consolidado, las prácticas empresariales, en unos casos, y la voluntad política de los gobiernos en otras. Están provocando el traspaso de los riesgos empresariales a los trabajadores que, desvinculados de las empresas que los emplean, no participan para nada en la gestión de las mismas y no adquieren ningún grado de protección frente a los vaivenes del mercado. La UE todavía no se ha planteado el bienestar europeo como objetivo a conseguir políticamente.
Luis Fernando Crespo/Alcalá de Henares (Madrid)

Responsabilidad global
Si en el discurso político y social se acepta que el mundo es una aldea global y que todo cuanto en ella ocurre nos termina afectando, ¿por qué no actuamos en consecuencia? Ya no podemos seguir ignorando cuanto acontece en el mundo. Es tiempo de considerar como nuestros los problemas que afectan al resto de sociedades y naciones, sobre todo los de aquellas que están en desventaja respecto a las más ricas y desarrolladas. Es hora de sentar en una misma mesa a países ricos y pobres para buscar soluciones y compartir lo bueno y lo malo que nos sucede.
Debemos entender, de una vez por todas, que ayudar a los países más pobres a conseguir un desarrollo sostenible, a buscar la paz, a controlar las enfermedades, a controlar la natalidad de forma responsable, a combatir el terrorismo, a suprimir las dictaduras y a cuidar el medio ambiente, además de ser una responsabilidad moral y ética, es una necesidad para la seguridad, la paz y equilibrio del mundo.
Ya no valen excusas. Una parte del mundo no puede prosperar a costa de la otra. Necesitamos compartir derechos, recursos, desarrollo y conocimiento y, por supuesto, responsabilidades. Estos deberían ser los ingredientes para la consecución de un mundo más justo y solidario.
Pedro Serrano/Valladolid

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