Contraparte

¿Y ahora qué? El futuro de la unidad popular en Madrid

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Raúl Camargo (@camargoraul)

Diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid. Militante de Anticapitalistas

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El flamante acuerdo Íñigo Errejón-Ramón Espinar que avalaba ayer Pablo Iglesias trataba de cerrar el bochornoso espectáculo que ha provocado una crisis en Podemos a raíz de la convocatoria de primarias al candidato y a la lista de la Comunidad de Madrid. Esta misma semana, una asamblea de Podemos en Movimiento –el espacio en el que participa Anticapitalistas– decidía no concurrir y apostar por impulsar un proceso que cambie el eje de discusión, sea capaz de generar una apertura más ilusionante que culmine en unas primarias de unidad popular. ¿Qué retos tenemos por delante?

Un momento de crisis política

Esta convocatoria de primarias ha sido completamente inoportuna. En plena crisis política y moral del PP en Madrid y con una moción de censura en marcha que hace tambalearse su proyecto político, es incomprensible abrir una guerra interna en Podemos. Lo prioritario en esta coyuntura era y es presentar una alternativa sólida al PP. La única manera de hacerlo consistía en poner los intereses de la mayoría social en el centro, lo que pasa por echar al PP, pero no para colocar en primera linea a su recambio Ciudadanos, ni para otorgar el liderazgo de la izquierda a un PSOE que hasta estos días estaba fuera de juego: se trataba de proponer un programa para erradicar la corrupción del PP –que es su forma de gobierno de lo público y de autorreproducirse– y a la vez, levantar un programa social y político que respondiese a los problemas de los madrileños y de las madrileñas. Un programa capaz de recoger las demandas feministas; de las luchas obreras como la de Amazon; de los pensionistas; de la gente trabajadora que hoy , casi de forma invisible, sigue organizada para defender la sanidad y la educación públicas; de los estudiantes que ven como a los políticos les regalan títulos mientras ellosy ellas no pueden pagar unas tasas por las nubes. El objetivo era el de impugnar la corrupción, pero también desmontar todo un sistema podrido hasta sus raíces. Es injustificable y torpe que en una coyuntura de crisis política de nuestros adversarios nos abramos una crisis política a nosotros/as mismos/as. Nadie lo entiende porque no se puede explicar: cuando la lógica interna de un partido choca con las necesidades de la base social a la que representa, es el momento de impugnar su rumbo.

El agotamiento de un modelo

Cuando comenzó Podemos y se introdujo el sistema de primarias abiertas para configurar las listas electorales, el problema que subyacía era muy simple: se trataba de buscar mecanismos que fomentasen la participación y activasen políticamente a todo un sector de gente harto de la política tradicional. Sin embargo, el espectáculo que se ha generado estas semanas en Podemos en la Comunidad de Madrid demuestra que los métodos que en una etapa fueron útiles, a día de hoy ya no lo son: la forma de entender las primarias de Podemos aleja a la gente de la participación, generan desafección en amplios sectores de la sociedad y fomentan una lógica de competencia despiadada más propia de una empresa que de un espacio político que aspira a transformar la sociedad. En estas primarias ya no hay ni siquiera un proceso de debate político previo a la elección de listas: de repente, la dirección impone el ticket Errejon-Espinar ignorando que los documentos políticos aprobados en la última asamblea de Podemos Madrid apostaban por construir la unidad popular con un programa de ruptura. Es evidente que estás primarias ya no cumplen con el objetivo para el que nacieron: más que sumar, restan fuerza. Tras cada proceso de este tipo, queda menos gente en Podemos. Y  la dirección de Podemos, en vez de pararse a reflexionar sobre ello y tratar de recomponer la situación, se decide  a huir hacia adelante escenificando un cierre en falso de la crisis.

Estas primarias también proponen el mismo sistema que en Vistalegre II, el llamado sistema "desborda", que penaliza a las corrientes críticas que no cuentan con todo el aparato para presentar sus propuestas: frente a los que dicen que Anticapitalistas está sobrerrepresentada en Podemos, recordamos que la lista que impulsamos en VistaAlegre II sacó el 13% de los votos y el 3% de los representantes. Así como en el último proceso de Madrid ciudad la lista que impulsamos sacó más de el 30% y sólo cuatro representantes –de 28–. Es decir, que la dirección de Podemos ha diseñado un sistema en el que las corrientes críticas solo tienen dos opciones: o pasar por el aro e integrarse en listas sin discusión política o bien presentar listas para competir y ser laminadas, aunque representen al 30% de los/as inscritos /as y a un sector importante de la militancia del movimiento social madrileño. Todo ello, recordamos, sin siquiera poder debatir la propuesta política para la Comunidad de Madrid como si esto fuese de personas y cargos y no de proyecto y programa.

En esta lógica informal propia de la política profesional hemos leído en los medios que nuestra posición se interpreta como renuncia. Pero ante un asunto tan serio como es el futuro de la posibilidad de cambio en la Comunidad de Madrid, en ningún momento se ha planteado la pregunta correcta: ¿Cuáles son las tareas políticas del momento? ¿Cuál es el mejor proceso y proyecto para la gente trabajadora? ¿Como ganamos al PP? Sólo así se puede medir el éxito o un fracaso un proyecto político, a no ser que ya apostemos directamente por convertirnos en agencias de colocación de cargos. Así que nadie se confunda. No hay ningún paso atrás, ninguna renuncia: hay una nueva apertura tanto de militantes de Podemos, como del municipalismo y de los movimientos sociales y sindicales para tomar la iniciativa y construir una propuesta política realmente capaz de forjar una unidad capaz de derrotar al PP y transformar la comunidad de Madrid.

Apostar por la unidad popular y un programa de cambio.

Nuestra apuesta parte de la convicción de que es necesaria la más amplia unidad para ganar la Comunidad de Madrid. También de que sólo un programa transformador puede cambiar de verdad la vida de la gente trabajadora. Uno de los motivos por los que no nos hemos integrado en la candidatura de Errejón-Espinar, además del método poco democrático, es que no estamos de acuerdo con su propuesta política. Errejón siempre ha sido muy claro en torno a esta. Su corriente política ha apoyado en el Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, la operación Chamartín, con la que se ha asumido el modelo de ciudad de la derecha, basado en el pelotazo inmobiliario al servicio del capital financiero, frente a las propuestas de las asociaciones vecinales, ecologistas, sindicatos y colectivos de barrio. O su aceptación de los recortes presupuestarios en la capital, frente a los ataques de Montoro, en vez de adoptar una perspectiva de resistencia y lucha contra la austeridad desde las instituciones. La estrategia de Errejón también es clara: se trata de competir "virtuosamente" con el PSOE, pero el objetivo es un pacto con ellos, renunciando progresivamente a los elementos más transformadores del programa de Podemos. Nuestra convicción ha sido y sigue siendo que el PSOE es un adversario, un partido del régimen que siempre ha defendido los intereses de los de arriba. Estamos dispuestos a apoyarlo tácticamente para echar al PP, pero no a gobernar con ellos cuando no hay acuerdo programático ni político.

En cuanto al sujeto político que se tiene que construir, el documento político que ganó la última asamblea de Podemos en la Comunidad de Madrid dejaba claro que el objetivo era construir un proyecto de unidad popular, arraigado entre las clases populares, en los municipios y barrios, con todas aquellas organizaciones que día a día trabajan para cambiar las cosas. Hay que contar con los movimientos sociales, con las luchas desde abajo, hay que generar una dinámica abierta y participativa: es la única forma de ganar. El mejor ejemplo en ese sentido fue Ahora Madrid, en donde gente muy diversa se agrupó con unas normas comunes para construir una confluencia real. Estas primarias tratan de renunciar también a ese objetivo y encarar las próximas elecciones con una coalición desde arriba pactada entre los partidos. No nos parece el mejor método para ganar al PP.

Nuestra obligación es luchar por lo que creemos mejor, por lo que creemos que es más correcto en cada momento. Por eso no nos presentamos a estas primarias, ni nos integramos en listas en cuyo programa no creemos. Vamos a iniciar un movimiento para tratar de convencer a todo el mundo (incluidos a Errejón-Espinar) de que hay otra forma de hacer las cosas que puede ser más útil tanto para ganar, como para transformar las cosas. El papel de Podemos, como siempre hemos creído, debe ser el de catalizador de procesos más amplios. En esa dirección trabajaremos con la convicción de que todavía es posible un cambio de rumbo que nos permita recuperar la ilusión, echar al PP y cambiar la Comunidad de Madrid.

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