De cara

Xavi pone los números de su parte

Hasta el maestro

Cruyff se atrevió a señalar a Xavi tras el partido frente al Sevilla. Culpó tanto al centrocampista como a su compañero Iniesta de la mala actuación del equipo. Les reprochó la posición, el exceso de toques y las conducciones insufribles. Y claro, en cuanto el ideológo mayor del estilo del Barça se desentendió por una vez del juego de los bajitos creativos, su ejército de detractores, los amigos del músculo y las carreras en la zona de circulación del balón, se tiraron a la calle a cantar victoria. Los amantes del ‘toque Albelda’ o la ‘moda Diarra’, o como quieran bautizarse cada vez, disfrutan como una final cada pasaje gris de los futbolistas de talento. Lo reciben como un triunfo de sus ideas, como la demostración definitiva de que la táctica y la física tienen más importancia que el cuidado de la pelota y la visión del pase. De que el fútbol ya no es tanto fútbol como un híbrido entre la prueba de 1.500 metros y el levantamiento de pesas. Pero dura poco su entusiasmo. El talento prevalece. A veces es una cuestión de sensaciones poco respaldada por la contabilidad. Como decía Luis cuando era Luis, en el juego de cada equipo asoma una lucecita, un faro, que no siempre coincide con el tipo al que encumbran las estadísticas. Esa supuesta enemistad entre el buen gusto y los números posibilita este debate absurdo pero inmortal. Hasta que los buenos pegan un puñetazo encima de la mesa y arrasan con todo. Es más o menos lo de Xavi ahora, que ha unido la cualidad que no se le discute (su habilidad para iluminar el juego) con la rentabilidad aritmética que se atribuyen para sí los resultadistas. Revisadas las estadísticas, ahora resulta que Xavi es numéricamente el más determinante del campeonato. El que más participa en el juego (junto con Alves), el que más pases buenos da y el que más interviene en los goles, asociado a Messi, su repentina pareja. Y encima roba lo mismo que Yaya.

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