Desde lejos

Concertados

Leo en la prensa de ayer que el colegio concertado Nuestra Señora de la Merced de Madrid ha sido denunciado en varias ocasiones por ejercer represalias sobre los alumnos que no pagan las cuotas voluntarias. A uno le negaron las notas a final de curso, a otro el derecho al seguro médico, etc. Lo de las cuotas voluntarias de los concertados tiene miga: se supone que su enseñanza es subvencionada por el Estado y que, por lo tanto, debe ser totalmente gratuita. Pero lo cierto es que eso no siempre ocurre.

A una buena amiga mía, cuando quiso matricular a su hijo en un afamado colegio religioso del centro de Madrid, le hicieron saber que existía una de esas cuotas –nada barata, por cierto– a cambio de una hora extra a la semana de Matemáticas y ciertas facilidades para practicar deportes. Por supuesto no era obligatoria, le dijo el director, pero si no la pagaba, los compañeros de su hijo iban a saberlo y quizá lo marginarían... Sutil y clasista amenaza.
Sé que cosas así ocurren en muchos de esos colegios –en su mayor parte confesionales– que se benefician de las subvenciones en función de un sistema que sólo existe en nuestro país. En el resto de Europa, las escuelas son públicas o privadas. Sólo en el caso de pertenecer a una fe religiosa pueden ser subvencionadas, pero no por las administraciones sino por las propias iglesias. Lo lógico. La perversión de nuestro sistema de concertaciones es evidente: en algunas comunidades, se apoya con nuestro dinero incluso a colegios segregados por sexos. Pero me temo que ningún gobierno, ni de izquierdas ni de derechas, le meterá mano a esa mancha en siglos.

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