Elisa Serna

LIBERTAD DE CONCIENCIA, POR LEY

 

 

 

El ministro de Justicia, Ilmo. Francisco Caamaño

 

 

Madrid, 21:01 h

 

"La clase de religión es intocable" ha declarado Rouco Varela, entre otras andanadas que le son propias, contra el Sistema Educativo Público. Por otra parte el Ministro de Justicia, Sr. Caamaño declaró hace quince días que "Es inminente que llegue a Las Cortes, la propuesta del Gobierno de Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia".

 

Entre tanto llega, abro hoy el debate al derecho a la Libre Conciencia, que está en la base de ambas declaraciones, agitándose como bebé que quisiera nacer, entre pupitres o escaños, entre coloquios o tertulias, como derecho constitucional, para toda la ciudadanía que lo desee exhibir en público y no ser discriminado por ello. En eso los anarquistas, son un ejemplo.

 

Nadie puede concedernos, lo que como potencia del espíritu ya poseemos, de nacimiento. Sería una impertinencia pretenderlo, pero es un acto de justicia democrática legalizarlo con visión de futuro, para que la libertad plena se abra de par en par, en los corazones de las personas que lo ejerzan o quieran ejercerlo y defenderse, con la Ley en ciernes en la mano, si fuera preciso, contra las religiones que se hacen fuertes vampirizándolo, obligando manu militari si es preciso, como demuestran Cruzadas y Yihades que olvidan que el fín, jamás, justifica los medios.

 

Si el fin es delegar todas las decisiones de calado, que afectan a nuestra vida, a un Dios que muy probablemente no existe, entonces lo que nos queda es considerar que las religiones nos hacen súbditos de quienes así nos descerebran. Dicho y entendido sea, desde el respeto sincero a todas las personas que profesan alguna religión en nuestro país.

 

Todos tenemos derecho a no ser alienados, a no ser objeto de lavado de cerebro alguno, a no ser adoctrinados desde creencias o radicalismos de derecha o izquierda y mucho menos, desde globalizaciones culturales-basura, que nos son ajenas a nuestra idiosincrasia, a nuestro modo de convivir y entender el mundo que nos rodea desde la Ciencia y las Artes propias.

 

Todos tenemos derecho, me parece, a bastarnos a nosotros mismos, a espabilar nuestro intelecto en toda su luz radiante, una vez pasada la adolescencia, sin tutelas, sin patrias potestades, sin cepos a la conciencia. Las mujeres bien sabemos, que hemos tenido que afanarnos mucho por ganar ese derecho en nuestros hogares, en el trabajo, en las aulas. Se trata ahora de universalizarlo.

 

Sucede con el Derecho de Libre Conciencia y Pensamiento, como con el resto de derechos que nos "concede la Ley", que a nadie obliga a ampararse en ella. Pero esta Ley es imprescindible en nuestro país, donde la falta de respeto al otro, al diferente, es patente y nos viene acompañando, como un pesado lastre a superar, desde el Decreto de Expulsión de los Católicos Reyes. Suerte que desde finales del XIX, ya nos les piden a los Boticarios de Madrid, el certificado de Limpieza de Sángre, para abrir una farmacia.

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