Tierra de nadie

La cuadratura del círculo

Hasta no hace mucho, lo que no podía ser, no podía ser, porque además era imposible. Sin embargo, desde la refundación del capitalismo, para que un círculo alcance la cuadratura sólo es cuestión de cerrar los ojos y desearlo con mucha intensidad. Con ese convencimiento, lo mecánicos de la crisis reunidos en Toronto han decidido no sólo que el coche funcione sin combustible, sino que, incluso, haga más kilómetros. Traducido al lenguaje económico, se espera que del ajuste público global emerja el crecimiento por generación espontánea. Bienaventurados los que creen que la nieve sirve para avivar el fuego.

Lo de las cumbres del G20, ese grandilocuente foro en el que tenemos silla, se ha convertido en una extraña manera de hacer turismo. Como en Toronto, en realidad, sólo ha habido humo, todo se ha pospuesto a la cumbre de Seúl de noviembre, donde tampoco saldrá nada en claro. Eso sí, se han previsto nuevos cónclaves en 2011 en Francia y en 2012 en México, indispensables para trasladar pretendidos acuerdos que nunca se producirán a futuras reuniones aún por determinar. Lo mejor de la declaración final, redactada antes de que los líderes mundiales llegaran a Canadá, es el arranque de sinceridad contenido en el punto 9: "Hemos analizado la primera etapa de nuestro Proceso de Evaluación Mutua y hemos concluido que podemos hacerlo mucho mejor".

A Toronto iban los amos del Universo decididos a imponer una tasa a los bancos, con una determinación sólo comparable a la que utilizaron para tratar de acabar con los paraísos fiscales o gravar las transacciones financieras. Por supuesto, nada se supo de ella ni nada se sabrá. Han pasado dos años desde que hubo que salir al rescate de los bancos con dinero de los contribuyentes. Pues bien, en vez de un acuerdo para fortalecer la supervisión bancaria, se ha alcanzado otro para escuchar en octubre las recomendaciones sobre cómo hacerlo. Así de eficaz es este multilateralismo.

El que está crecido es Zapatero, que desde que Obama le felicita está dispuesto a hacer reformas estructurales hasta en la cocina de Moncloa. El presidente afronta con idéntico entusiasmo los estímulos o el ajuste, y ello sin transición, para no perder el tiempo. "Mi objetivo es salir de la crisis", ha dicho. No hay como tener las ideas claras.

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