El desconcierto

Las fechas de la moción de censura

La derrota de Susana Díaz ha eliminado el último apoyo sólido que sostenía la precaria estructura del triunvirato– PP, Ciudadanos, PSOE– de la Gran Coalición. Antagonizar las contradicciones con Carles Puigdemont, radicalizando la cuestión catalana, intervenir en la judicatura, nombrando jueces ad hoc, e intervenir en la oposición, agudizando su división, son la desesperada respuesta de un presidente de Gobierno acosado por la Justicia, la Fiscalía y la Guardia Civil. No cabe esperar del nacionalismo catalán que deje de pisar el acelerador; si cabe, por el contrario, que los magistrados resistan las presiones del poder ejecutivo sobre el judicial y, sobre todo, que tanto el PSOE como Podemos se lo piensen dos veces antes de volver a caer en la tentación de hacerle el juego al PP, que denuncian ambos como una organización criminal.

La propuesta de Compromis sobre la retirada de la moción de censura, rechazada por los morados, refleja que esta iniciativa ha sido cogida con el pie cambiado por el espectacular triunfo de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE. Pese a que sus militantes han votado siempre contra los candidatos del aparato– González en 1979, Almunia en 1997 y Bono en 2000– Iglesias desoyó el sensato consejo de Domenech de esperar a conocer los resultados del 21 de mayo, para registrar la moción de censura anunciada el 27 de abril. Si se ha esperado más de tres semanas para presentarla, no se comprende bien, o se comprende muy mal, que fuese registrada en las mismas vísperas de la apertura de las urnas socialistas. Probablemente, la seguridad o el deseo de que venciera Susana Díaz, que de todo hay en el abigarrado mundo de Podemos, hace que hoy carezca de un plan B.

De igual modo que Sánchez no puede sumarse a la estrategia de Pablo Iglesias, máxime cuando no se hará cargo del PSOE hasta el 18 de junio, Iglesias no puede sumarse a la de Sánchez dando un paso atrás, la retirada de la moción que le pide Mónica Oltra, para dar dos pasos adelante mañana juntos de la mano PSOE y Podemos. Por las mismas razones que los morados han recibido el no de los socialistas, los de Compromís reciben el no de los podemistas. Al haber cambiado radicalmente el escenario político– no es lo mismo el PSOE que aún reside en Ferraz que el que va residir en cuanto llegue el verano cronológico–, la fecha elegida dificulta el éxito político de la moción dado que la moción de censura corre el serio riesgo de aislar a quien censura, Podemos, en lugar del censurado, PP.

Es lo que busca Rajoy a través de Ana Pastor que, de la misma forma que ha retrasado este debate parlamentario hasta el 13 de junio, puede, igualmente, reducirlo tan sólo a un día. Lo que unido a la más que probable no intervención tanto de Mariano Rajoy como de Albert Rivera en el debate, junto a la imposible de Pedro Sánchez, puede acabar encajonando a Pablo Iglesias en un callejón parlamentario sin salida. Si, como es obvio, el dirigente morado busca reproducir el modelo de la censura de Felipe Gonzalez contra Adolfo Suárez, Rajoy va a intentar que no tenga el eco político que tuvo el líder socialista. Sobre todo, además, cuando el dirigente morado no aparece hoy ni de lejos, socialmente hablando, como la alternativa de gobierno que en aquel tiempo era González. En una palabra, que el derrotado sea Iglesias.

La estrategia de toda la derecha unida, aprovechando la desunión de la izquierda, es que Pablo Iglesias se vea en el espejo como el retrato de la moción de Antonio Hernández Mancha, que quedó literalmente destrozada por el PSOE. El error de cálculo sobre las primarias socialistas, que los morados han cometido, sirve de instrumento al Partido Popular para intentar manchar a Iglesias, enconar las relaciones entre las fuerzas progresistas e impedir, sobre todo, una alternativa de gobierno a Rajoy. Aunque, claro está, Pablo Iglesias se encuentra intelectual y políticamente a años luz de Hernández Mancha, no es, desde luego, el caso de su moción de censura, por el escenario y por las fechas en las que la ha registrado y va a presentar. El PSOE del 22 de mayo no es el mismo que el del 20 de mayo. En medio queda un 21 de mayo.

Paradójicamente, este PSOE de hoy es un triunfo de Podemos en la medida que la presión objetiva de la formación morada ha contribuido a que los militantes socialistas hayan dado el finiquito político a quienes llevan décadas colocando el intermitente a la izquierda para luego girar a la derecha. Salvo que se condene de antemano la estrategia de Sánchez, como sostienen hoy algunos zorrocotrocos de la vieja Izquierda Unida vinculada a Podemos, no se entiende muy bien el error político previamente indicado por Domenech. Que ahora, ya a destiempo, Mónica Oltra propone públicamente rectificar en vez de presentarlo en el marco político que comparte con los morados, como bien hizo a tiempo su compañero catalán. No se lo ponen fácil a Iglesias, pero es el mismo Iglesias quien se ha dejado coger con el pie cambiado de Sánchez. Como decía el ilustre calvo, lo importante no es cometer un error sino persistir en él.

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