Corazón de Olivetti

Y después de Grecia, ¿qué?

Grecia celebra el referéndum que quizá nos hubiera gustado a los españoles que hubiera convocado José Luis Rodríguez Zapatero en aquel terrible mes de mayo de 2010 cuando el Ecofin invadió la Moncloa. Entonces, el presidente español prefirió reeditar a la inversa la rendición de Breda en lugar, al menos, de anticipar elecciones para que la ciudadanía pudiera pronunciarse sobre la imposición de la severa disciplina alemana como única salida a nuestra evidente crisis.

Si en el referéndum convocado por Syriza los griegos se rindieran ante la Troika, azuzados en buena parte por un imaginario construido desde los grandes medios de poder y de comunicación, sería el fin de Alexis Tsripas, quien tendría que convocar elecciones anticipadas o aceptar la propuesta de gobierno de concentración que ya esgrimen sus adversarios. Si los griegos, en cambio, refrendan la tesis del gobierno, este tendría mucha más fuerza a la hora de negociar con el BCE, con el FMI o con Bruselas, antes de salir de la zona euro, retornar al dracma o cantarle al oído de Angela Merkel la banda sonora de "Desde Rusia, con amor".

Para el resto de la Europa del euro, que no participa en esta consulta, la pregunta no es qué le interesa a los griegos, sino que le interesa a la Unión. ¿Alguien se cree, de veras, que nos va a salir gratis total el corralito griego y eso que algunos ya están llamado Grexit, esto es, la salida de Grecia de la moneda única? A los griegos les iba a costar más pagar la deuda en dracmas , pero al resto de los europeos, sus principales acreedores, nos iba a costar mucho más trabajo cobrarla.

Una deuda inútil.-

Si en su día la izquierda europea aceptó mal que bien que el dinero público sirviera para refinanciar a la banca privada en este continente, ¿por qué cuesta tanto trabajo asumir que Grecia es hoy en día un mal negocio pero podría ser peor si no estudiamos un rescate diferenciado para un caso tan diferente? El dinero que Europa ha venido entregando a Grecia desde 2010 no tuvo por objeto salvar a dicho país sino a la banca que le había prestado dinero y que corría el riesgo de una bancarrota.

Ni siquiera la troika cargó las tintas en rebajar los presupuestos griegos en materia de Defensa, quizá porque alimentaban, en parte, a la industria armamentística alemana y francesa. Desde la derecha comunitaria, Grecia era un renglón torcido, un mal alumno que hacía novillos del colegio de los ajustes extremos. La izquierda de nuevo cuño creía justo lo contrario, que era lícito escapar del internado. Desde la socialdemocracia, las opiniones eran diversas y quizá quepa situarlas en los criterios de su diputado Diego López Garrido, a la sazón catedrático de Derecho Internacional que, recientemente, criticaba, en las páginas de "El País" lo que él llamaba el "espléndido aislamiento" de Tsiripas, como respuesta política y endogámica al choque de trenes entre su país y el resto de Europa y del que, a su juicio, Grecia no resultará precisamente reforzado. En ese mismo periódico y hace unos meses, López Garrido hablaba de "la deuda inútil" de Grecia, dado que, en lugar de activar un programa riguroso de inversiones a cambio de propósitos de enmienda y gestos serios de reforma, los fondos europeos tan sólo sirvieron para refinanciar la deuda privada y convertirla en deuda pública, sin sanear la economía del país por la inoperancia de sus gobierno y "las condiciones deflacionistas de los rescates, consistentes en deprimir el consumo".

Desde la victoria electoral de Syriza, a pesar de sus pintorescas alianzas políticas, se han ido produciendo una serie de pequeñas concesiones por parte de las autoridades comunitarias, frente a la retirada de buena parte de las reivindicaciones que auparon a dicha formación política al poder. Si Alexis Tsipras no hubiera convocado el controvertido referéndum, la situación en Grecia podría ser de insurgencia general, mucho peor que la que resultase de un no en dicha consulta, salvo que fuera reprimida a modo.

Globalización y autarquía.-

¿Qué teme Europa? ¿Realmente piensa que Portugal o Irlanda van a molestarse por un trato diferenciado a los griegos? No, lo que piensan es que si aflojan definitivamente la mano en este asunto, será el fin de la doctrina de la austeridad, que se revela inviable para mantener el equilibrio y el prestigio de la zona euro, que no contribuye a fortalecer a la Unión y que sólo sirve a los intereses nacionalistas de Alemania, cuando Francia empieza a abandonar a trancas y barrancas dicho dogma de fe y comienza a proponer recetas distintas antes de que el Front Nacional las termine imponiendo.

Ocurra lo que ocurra en Grecia, Europa no va a ser la misma a partir de esta semana. Cierto es que Grecia carece de un registro catastral fiable aunque se viene avanzando en ello desde 2008, que la evasión fiscal de las grandes fortunas es incomensurable, alentada por una campaña mediática absolutamente suicida. Y también es cierto que los privilegios de la Iglesia Ortodoxa casi rozan los de la Iglesia Católica en España. Pero, ¿qué hacer? ¿Que se hundan en la miseria de su dracma arrastrándonos en gran parte con ellos? ¿O intentar salvarnos todos con unas condiciones de renegociación de la deuda menos cainitas, tal como ha sugerido incluso el Fondo Monetario Internacional? Cualquier solución para Grecia y cualquier solución para Europa, tendría que pasar por mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos y no sólo de sus parquets bursátiles.

Milton Friedman, en "The new drivers of Europe´s Geopolitics" ya alertó sobre un nuevo nacionalismo europeo, basado en un rechazo al pago de la deuda previamente adquirida. Y se preguntaba si en un mundo globalizado era posible la autarquía. Quizá haya que preguntarle y que preguntarnos si en un mundo globalizado es posible que la Unión Europea sobreviva a este desastre compartido.

En rigor y si nos pusiéramos serios en lugar de esgrimir los argumentarios del poder financiero, la pobreza energética griega no sólo debería concernir a su gobierno, sino que Europa toda debería afrontar medidas contra la pobreza energética en toda la Unión. ¿A dónde vamos, Grecia y Europea, con ayudas que se traducen en pagarés de una deuda abultada y, en el fondo impagable? Esta semana, los griegos no han podido hacer frente a sus vencimientos, sin que se haya desmoronado el Banco Central Europeo. En cambio, si se mantiene esa escalada de intereses usureros, todo un país –con menos censo que Andalucía, vale-- iba a desmoronarse y a incorporarse a la geografía del Tercer Mundo y no en el epígrafes de países emergentes sino en el de países hundidos, ya que sería complicado que permaneciera en la Unión Euopea si sale de la eurozona. ¿Cómo podría evitar Bruselas el contagio de semejantes tribulaciones, esas a las que el Fondo Monetario Internacional califica como "vulnerabilidades"?

El fin de Eduardo Manostijeras.-

Tsripas ha convocado el referéndum que no pudo convocar Georgio Papandreu en 2011. Negar dicha consulta, ¿favoreció entonces al PASOK o a Grecia en su conjunto? ¿Por qué tanto miedo a la democracia en el país que la inventó? Tan sólo la convocatoria de dicha consulta ya ha favorecido a que la máquina del dinero se ponga a imaginar. El FMI, a pesar de las protestas de los países de la Eurozona, difundió hace unos días un informe en el que abogaba por una quita de la deuda griega y un periodo de gracia de veinte años para hacer frente a las deudas actuales. El Fondo aceptaba que las finanzas griegas no eran sostenibles, pero que dicho país habría de necesitar 51.900 millones e euros en ayudas durante los próximos tres años, si no quería desaparecer del mapa económico europeo.

"Estamos en la mesa de negociación hasta el final, y después de convocar el referéndum llegaron propuestas de la UE y el FMI mejores de las que teníamos. Cuando llegue el lunes, tras el referéndum, el Gobierno griego estará en la mesa de negociaciones con mejores condiciones para Grecia, el voto popular es más importante que las decisiones del Gobierno".

Esa es la posición de Tsipras, pero no está claro que sea la posición de la Unión Europea. O la de España. En un principio, a Mariano Rajoy le interesa políticamente la actual encrucijada helena porque, de entrada, puede criminalizar a Podemos y a otros disidentes patrios con el anatema de Grecia, toda vez que no parece funcionar demasiado el de Venezuela. Pero, ¿y si resulta que cambian las tornas, que Bruselas se pliega a un nuevo acuerdo con Grecia y Syriza demuestra que otra deuda es posible? Sus días como Eduardo Manostijeras estarían contados.

Cierto es que España y Grecia mantienen parámetros muy distintos. España lleva varios meses de descenso del paro, empieza a situarse en torno al 23 por ciento con una gran precariedad en los nuevos contratos, y Grecia sigue rozando la cota del 26. Pero ni la población, ni el PIB, ni los principales sectores económicos se ambos países tienen mucho que ver. Grecia, el país que inventó el catastro junto con Babilonia, sigue intentando actualizarlo sin demasiada suerte, su reforma fiscal está en pañales y las prejubilaciones han llegado a la categoría de moda. Su monto de deudas se sitúa en torno a 240 mil millones de euros, sobre una situación económica que, años atrás, fue falseada por anteriores gobiernos.

En ese sentido, suele esgrimirse que España prestó a Grecia 26.000 millones de euros como cuota alícuota del préstamo global europeo. Y se dice, con razón, que es la misma cantidad que gastamos en un año en subsidios de paro. Sin embargo, ¿por qué nadie cacarea estas cuentas del gran capitán en lo que se refieren a lo que los españoles les prestamos a nuestros propios bancos? Así, el Estado español, a fecha del pasado año, sólo ha recuperado 2.666 millones de euros, el 4,3 % de las ayudas totales que otorgó al sector financiero español, y que desde mayo de 2009 han ascendido a 61.495 millones de euros, esto es, prácticamente el triple de lo que le hemos prestado a Grecia para que Grecia pague a su vez a otros bancos. El grueso de esa cifra salió de las arcas públicas, en concreto, 53.553 millones abonados por el Fondo de Reestructuración Español, el FROB, correspondiendo tan sólo 7.942 millones de euros restantes sl Fondo de Garantía de Depósitos de las Entidades de Crédito (FGDEC).

Todo ello sin hablar de los avales concedidos por el Estado a la banca por valor de 110.895 millones de euros. Y hay otras muchas cantidades que han llegado a bolsillos privados desde la casa común de todos los españoles. Digo yo que alguien nos tendría que haber preguntado si estábamos de acuerdo con semejante negocio.

Más Noticias