Fuego amigo

Pongamos fecha al fin del mundo

La fecha aproximada del fin del mundo y las causas de su exterminio suelen formar parte de un juego de prospectiva entre los científicos. Claro que unos identifican el fin del mundo con el término de la vida en la Tierra, y otros con la desaparición física del planeta.

Desde el choque fatal de un super asteroide (el otro día pasó uno de más de un kilómetro de diámetro "rozando " la Tierra, pero no os enterasteis porque estabais distraídos con lo de la subida del IVA) a la ignición completa del planeta, dentro de unos 4.500 millones de años, abrasado por el sol.

Y todo ello, si el hombre no decide adelantarse al asteroide asesino o se niega a esperar a que el sol se convierta en una enana blanca, su destino fatal. En este momento tenemos suficientes bombas atómicas como para desencadenar un invierno nuclear que acabe con todo resto de vida.

Mientras los botones de puesta en marcha estén en manos de quienes utilizan la razón para sopesar las consecuencias (salvo locura pasajera), parece que el peligro está conjurado. Llevamos ya más de medio siglo sentados sobre el volcán, en un equilibrio de fuerzas razonable. El problema es cuando el poder de ignición pasa a manos de los fundamentalistas religiosos, como en el caso de Irán. Como bien sabemos, para las religiones del Libro la Tierra es un lugar de paso, el tablero de juegos de un dios caprichoso, un pretexto, la última estación antes de llegar al destino del Paraíso.

Y eso es lo que de verdad me asusta. Para los ateos, este planeta es nuestra única casa. Para el fundamentalismo religioso, un lugar prescindible en el camino hacia la morada celestial. Pasar del suicidio con un cinturón de dinamita a la inmolación con un cinturón atómico podría ser sólo cuestión de tiempo.

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