Fuego amigo

Rouco, Dios no existe (pásalo)

 

Llevan 2.000 años viviendo de gorra a costa de una vida virtual (DRAE. Virtual: que tiene existencia aparente y no real), con un único dios tan irreal que son tres, una virgen tan falsa que es madre, un Cielo indetectable por los más sofisticados aparatos de observación, con ángeles y demonios que solo se aparecen a pastorcillos ignorantes manipulados por su párroco, enfermos mentales y monjitas encerradas en monasterios reales, y no virtuales... llevan tanto tiempo navegando con ese ordenador que ellos llaman Biblia que cuando les sale un serio competidor, como Internet, Google o Twitter, por ejemplo, creen que ha llegado el Anticristo.

 

El cardenal Rouco Varela, cuyo bagaje filosófico extravagante compite a diario en ingenio con el de González Pons, advierte a los jóvenes de que las redes sociales son el nuevo becerro de oro que propicia un estilo de vida "virtual" y "vacío". Quizá quiso decir que si los jóvenes lo que buscan es fantasía, en lugar de teclear en Google la palabra "sexo" deberían abrir la Biblia por las páginas del Génesis, para que se enteren de la realidad, y no esas paparruchas virtuales, para que aprendan que las serpientes hablan, que a los dioses se les aplaca con sacrificios humanos, o que la humanidad nació de un monumental incesto.

 

Las redes sociales son un peligro para esta Iglesia virtual, que todavía utiliza la versión 1.0 de la Biblia y que tuitea con su dios a través de la red social de los confesionarios -mucho más lenta, dónde va a parar-, angustiada por los estragos que puede provocar la información libre, como ha demostrado el ejemplo reciente de las revueltas en el mundo árabe. Un "pásalo" a tiempo, y todo el edificio ficticio de líderes y dioses de barro se desploma.

 

Rouco Varela no duerme pensando en el día de la ira, ese día terrible en que los jóvenes al fin se acerquen a su confesionario y le susurren: Monseñor, despierta, que Dios no existe. Pásalo.

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Meditación para hoy:

 

La policía ha detenido a cuatro etarras de un comando mal llamado "legal" (terrorista legal, más que un oxímoron es una estupidez) que guardaba un arsenal de armas y explosivos. Para los que pensamos que la nueva marca política de la izquierda abertzale podía suponer la vía definitiva para terminar con la coartada social del terrorismo y el germen de la paz definitiva, echamos de menos que Sortu no haya salido ya a condenar el terrorismo de ETA.

 

Mal empezamos.

 

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