Fuego amigo

¡Cómo les hemos engañado!

 

Qué a gusto me he quedado después de leer el laudo mediante el cual los controladores aéreos españoles solo cobrarán de media un sueldo de 200.000 euros anuales, a lo que se podría añadir apenas 80 horas extra más, pagadas a 190 euros cada una, es decir, unos dos millones y medio de pesetas más en horas verdaderamente extras. Con ese pequeño caramelo los hemos sobornado para un par de años, y nos hemos asegurado de paso una salida de Semana Santa en paz. ¡Qué inocentes! ¡Cómo se la hemos metido!

Estoy muy contento porque así quedo liberado de caer en la tentación de decir en alto que sueldos de ese calibre son una burla, en un país en el que ya hay más de cuatro millones de parados que para sí quisieran el estrés de los controladores, muchos de ellos con una preparación académica infinitamente superior, donde se restringen las plazas de oposición para maestros, donde la investigación se nutre de becarios mileuristas... Estoy contento porque si se me ocurriese pensar en alto, la derecha me tacharía de demagogo y la izquierda me acusaría de remar en contra de las conquistas salariales de la clase obrera. Alguno saldría a taparme la boca con el argumento inapelable de que lo ideal es que todos ganemos como los controladores aéreos. Y yo no sabría qué contestar.

Estoy contento de no tener que dar el cante porque, sobre todo, me preocupa mi flanco izquierdo. Porque, como ya he dicho alguna vez, el método científico predica que cuando la conclusión es disparatada (sueldos de más de 200.000 euros para unos guardias de tráfico aéreo) es que la premisa -eso de que pertenecen a la clase obrera- es falsa.

Semejante sueldo está argumentado sobre uno de los pilares básicos del capitalismo, uno de los culpables de la permanencia de las desigualdades humanas: el "principio de escasez", el que eleva de manera criminal, mediante la restricción en el mercado, el precio de los alimentos básicos o el del petróleo, o crea castas profesionales con un poder de coacción desproporcionado. Que la izquierda utilice este instrumento, tan sabiamente utilizado en su contra por su enemigo natural, para justificar el sueldo disparatado de unos guardias de tráfico aéreos, en sintonía con la derecha más insolidaria, me desconcierta y, a la vez, me tranquiliza.

¡Para una vez que se ponen de acuerdo, miremos hacia otro lado y silbemos fraternalmente la Internacional!

 

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