Fuego amigo

No salgas a la calle sin paraguas

 

Envidio a esa gente que, tan pronto caen cuatro gotas, abre un paraguas, como salido de la nada, cuando cinco minutos antes lucía un sol espléndido. Es gente precavida, preparada para cualquier eventualidad. En estos días de bonanza, podrás salir sin paraguas, pero como pongas un pie en la calle sin tener una opinión perfectamente acabada sobre la situación en Libia te expones a quedar como un idiota ante el chaparrón que te espera del primer vecino con que te tropieces. Porque él seguro que lleva un paraguas desde el momento en que silbaron las primeras balas.

 

Los modelos de paraguas que más se llevan son el de estar en contra de la actuación de los aliados y el de a favor de la intervención. Cierto que hay un tercer paraguas de matices, pero por no tener apertura automática como los otros (como, por ejemplo, "No a la guerra", o "Gadaffi, asesino") es mucho más complicado de abrir, y no te previene del vendaval que azota desde la derecha y la izquierda sin piedad.

 

El eslogan de aquel No a la guerra, con fecha de caducidad, es como los profilácticos: de un solo uso, y su reutilización puede llevarnos a una situación embarazosa. Fue utilizado para denunciar una guerra colonialista y claramente depredadora en Irak, comenzada con mentiras y sin autorización de la ONU, pero que sacado de aquel contexto queda tan extraño como un grito de No al Cáncer o No a la muerte.

 

¿De qué guerra hablamos? ¿De la emprendida por el dictador Gadaffi, a bombazos contra su pueblo, o la de los aliados que intervienen para parar la guerra comenzada por Gadaffi? ¿Cómo se puede parar la violencia sin ejercer violencia? Y para los que justifican la intervención: ¿Cuál es la dosis justa? ¿En qué medida hay que emplearla? ¿Cuándo y dónde hay que parar?

 

Así que, ándate con cuidado. Como salgas a la calle sin la respuesta exacta puede caerte el diluvio universal encima. O la de dios es Cristo, que viene siendo lo mismo.

 

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