Fuego amigo

Vamos a contar verdades

Creo que una vez os lo conté, pero me ha vuelto a la memoria, ahora que los telediarios y los periódicos de estos días tienen el alma dividida en dos asuntos: 1) la catástrofe de Barajas. 2) Los Juegos Olímpicos.

Era el 28 de enero de 1986. Yo trabajaba en los Servicios Informativos de TVE. La reunión preparatoria de la primera edición del telediario anunciaba uno de esos días tediosos. Al término de la reunión dije en broma, más o menos: "Pues vaya mierda de telediario vamos a hacer hoy. No lo salva ni una catástrofe".

Bueno, ya se sabe que en periodismo, salvo raras excepciones (casi siempre deportivas), las buenas noticias no son noticia. Así que es consustancial a nuestra profesión que los periodistas recemos al dios de las catástrofes para que nos salve el día, sin pensar en las consecuencias dolorosas que pueda traer a los demás. No os escandalicéis, es el mismo dios de los políticos de la oposición, al que todas las mañanas ponen una vela para que la crisis acabe con el gobierno, aunque las consecuencias las paguemos entre todos.

Aquel 28 de enero, a las doce menos veinte del a mañana, los siete tripulantes de la lanzadera espacial se desintegraban en el aire, entregando así generosamente sus vidas a una legión de periodistas que no teníamos mejor cosa de la que hablar.

Me acuerdo de ello al ver el tratamiento que entre todos le hemos dado al caso del accidente de Barajas, materia inagotable sobre todo con las plantillas de periodistas y de políticos de vacaciones. Y más inagotable aún si queda tanto campo abierto para la especulación.

La última es que casi todos los políticos habían visto el video del accidente, en poder de AENA, excepto el juez del caso, que lo conocía por la prensa... que a su vez sabía de su contenido por el relato de los políticos. Me recuerda el famoso video sexual de Pedro Jota, que medio país había visto, asombrado por la profesionalidad de Exuperancia y la elegancia de las prendas femeninas de Pedro Jota, excepto los fiscales que deberían haber actuado de oficio.

¿Por qué las prisas de AENA? En el caso de Barajas, el juez podía esperar. Creo que AENA tenía urgencia por saciar el espíritu carroñero de los políticos, antes de que el video, enterrado en el secreto del sumario, desatara la pasión española por las teorías conspirativas. Y aún así...

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