Cabeza de ratón

Hoy no se fía, mañana sí

Hoy no se fía, mañana sí. Ese rótulo pretendidamente irónico figuraba en muchos bares y pequeños comercios del Madrid de mi lejana infancia. Esta consigna no tenía gracia alguna para una buena parte de la depauperada clientela necesitada de crédito que recurría, a menudo, a las manoseadas libretas donde tenderos menos chistosos apuntaban las deudas de la parroquia con los lápices que llevaban colgados detrás de la oreja. Mariano Rajoy parece haber adoptado esa vía humorística con toda seriedad: Hoy no se vive, mañana sí, mañana bajarán los impuestos, mañana crecerá el empleo, mañana será un gran día si siguen favoreciéndonos con sus sufragios. ¿Cuándo desaparecerá la censura? El año que viene si Dios quiere, se preguntaba y se contestaba a sí mismo todas las semanas nuestro "Hermano Lobo" cuando el superlativo régimen daba sus últimos coletazos, latigazos que muchas veces afectaban a la revista satírica con secuestros y prohibiciones. El año que viene bajarán los impuestos y crecerá el empleo a cualquier precio, empleo barato, precario, miniempleos con minisueldos, contratos por horas, por minutos para que cuadren en los balances antes de las próximas elecciones que se prevén muy reñidas. Las riñas han empezado ya, el aperitivo de las elecciones europeas ha conseguido abrir el apetito del mismísimo Rubalcaba que parecía un tanto desganado en los últimos tiempos. Y al fondo la izquierda, unida y plural, buscando compañeros para el próximo viaje a ninguna parte, al limbo de Bruselas  dónde van a forrarse sin deslomarse demasiado los políticos que han sido buenos, disciplinados y temerosos del divino dedo del líder o del aparato del partido.

Los equilibrios y sobre todo los desequilibrios del PP, buscando votos en el centro y en la extrema derecha al mismo tiempo, generan extrañas maniobras en la oscuridad, espasmos incontrolados, movimientos a ciegas y en murmullos, un run run incesante que roe y corroe los cimientos  de  los partidos dominantes. La mera posibilidad de un futuro gobierno de concentración PP, PSOE, produce escalofríos, pero estos pactos antinatura ya los conocemos. Hoy no me fío, mañana sí, nos vemos luego y me lo cuentan. Miro a Italia, hay que mirar a Italia en la que Renzi y Berlusconi compadrean, desairando a la judicatura que no acaba de ajustarle las cuentas pendientes al dinámico y escurridizo cavaliere.

"Miré los muros de la patria mía/ si un tiempo fuertes ya desmoronados", me viene a la cabeza el soneto, el salmo de Quevedo, obra, sin firma para evitar previsibles y duras sanciones, que el poeta escribió al poco tiempo de salir de presidio. Los muros de la Patria hoy son las vallas de Ceuta y de Melilla erizadas y hostiles donde se quedan atrapados "los ilegales", apátridas, descendientes de los que fueron colonos involuntarios en su propia tierra de las potencias coloniales que trazarían arbitrarias fronteras para que no cesaran los enfrentamientos tribales de los que podían, aún pueden, sacar provecho. A este lado de la frontera un ministro converso, buen cristiano, convoca a la Santa Cruzada y pide ayuda a Europa para enfrentarse a los infieles, ayuda militar, por supuesto, policías, guardacostas para contar el número de náufragos y ahogados, de expulsados, ofendidos y humillados que en su ingenuidad creyeron ver la salvación en las tierras de sus antiguos explotadores. "Ya verás como se  va a poner el blanco cuando se entere que "bwana" significa hijoputa", decía el viejo chiste.

Pero mañana puede ser un gran día, el año que viene, si Dios quiere, será estupendo, hoy más que ayer pero menos que mañana, el año que viene...

Más Noticias