La trama mediática

Secuestrados y apaleados

Siguiendo la estela de Antonio Burgos y José García Domínguez, Fernando Sánchez-Dragó hoza con su pluma en el secuestro de los tres cooperantes catalanes en Mauritania. Como llega el último al festín, se siente en la necesidad de ir un poco más lejos que quienes le han precedido y, encaramado en su columna de El Mundo, vocea: "Mi mujer, que es japonesa, exclama: ¡Menudo chollo! Los españoles pagáis al contado y, encima, convertís en héroes a esos pijos. Razón lleva. Pijos, caraduras, gilipollas y gorrones, añado. ¿Acció solidaria? No. Acción mamaria (de mamoneo)". Mirémoslo por el lado positivo. El periódico donde escribe tales soplagaiteces no ha dicho, ante la reivindicación de Al Qaeda, que esto huele a conjura de ETA y los servicios secretos de no sé dónde. Aún.

El pasado siempre vuelve

Desde hace unas semanas, ABC permite consultar su centenaria hemeroteca en internet. Supongo que por eso tuve la certidumbre de haber descargado por error un ejemplar anterior al 18 de julio de 1936 cuando mis ojos se toparon con esto: "Una España sumida en la debilidad, deliberadamente conducida a ella desde el Gobierno, es perfecta para poder ahondar en un proyecto que acabe conduciendo a un ambiente político y social asfixiante para quienes deseamos hacer valer convicciones, creencias o principios". Un escalofrío me recorrió de arriba a abajo al ver, junto a la fecha actual, la firma de Jaime Mayor Oreja. Y otro más, al leer lo que pudo haber sido escrito en el mismo periódico hace 73 años: "De todas las urgencias políticas que tenemos ante nosotros, la primera de todas ellas es la definición y determinación de un proyecto de regeneración y rectificación de la actual España insostenible".

Buscando sosiego, me refugié en la homilía que semanalmente firma en La Razón Monseñor Antonio Cañizares. Craso error, porque el purpurado estaba sacando brillo al fetiche que dio el nombre de Cruzada a la guerra civil. Si creían que lo de "España, unidad de destino en lo universal" es cosa del pasado, verán que no: "El Crucifijo, Cristo en la Cruz, es fundamento y símbolo de lo que somos, base de la identidad de los pueblos que formamos, desde siglos, una unidad y un proyecto común que es España. No sé si nos damos cuenta que quitar el Crucifijo, se diga lo que se diga, es renunciar a nuestra identidad más propia". Y mientras, Pío Moa proclama que "Franco no aniquiló a los rojos; sólo los escarmentó". ¡Caray con la memoria histérica!

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