La trama mediática

Hasta La Moncloa y más allá

Comienza el paseo triunfal. Convertida en fanfarria, la portada de La Razón abre el chuntachunta. "Estación Barcelona, destino Moncloa", proclama junto a una foto del cirujano de hierro pontevedrés brazo en alto. Atruenan los platillos del editorialista: "España se enfrenta a su etapa más decisiva desde la Transición. Rajoy está preparado para liderar un cambio determinante para el porvenir colectivo".

Rechiflando las turutas, el editorial de ABC anuncia la nueva era. "Por el cambio y la regeneración", reza un encabezado sobre la lista de entuertos sociatas que habrá de desfacer el nuevo César de Hispania: "La ingeniería social del Gobierno de Rodríguez Zapatero ha quebrado el código de valores sociales con la imposición de reformas legales divisoras de la sociedad española, como el aborto, el matrimonio homosexual, la ideología de género o el laicismo exacerbado". Todo eso será historia antes de navidad.

No parta aún el tren a la gloria, que La Gaceta tiene una larga lista de encargo para su feliz viajero. Anote, Mariano: "Lo que necesita el país es una reforma laboral rigurosa que sirva para crear empleo, que rebaje el coste del despido, que introduzca la flexibilidad funcional y geográfica que requiere la situación de incertidumbre económica, que dé prioridad a los convenios de empresa, en la que los salarios se fijen atendiendo a la productividad y no a la inflación y que acabe de una vez por todas con la dictadura de unos sindicatos decimonónicos". Y para la segunda legislatura, la restauración de la esclavitud.

Euro-lloricas

¿Aguantará todo eso el enclenque cuerpo social español? El oberfhürer de ABC Hermann Tertsch tiene sus dudas. En el viejo continente no quedan más que quejicas y llorones incapaces de aguantar una guerra, una hambruna o un afeitado de derechos en condiciones: "Antes, —antes del antes, es decir durante toda la milenaria historia europea salvo los últimos sesenta años— los europeos aun sabían que la vida de las naciones y las culturas eran duras. Y que los sacrificios no eran una opción, sino la regla. Y ante la tragedia o la emergencia nadie lloraba clamando por sus derechos". Panda de blandengues.

Y el más gallina de todos los europeos, Papandreu, según acusa el macho-macho Salvador Sostres en El Mundo: "Europa depende de él, y todo lo que él sabe hacer es esconderse y temblar como una niña asustada".

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