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El 20-N no es una fecha cualquiera

 

Pese a expresar una y otra vez su voluntad de agotar el mandato con el fin de llevar adelante las reformas pendientes, el presidente Zapatero anunció ayer el adelanto de las elecciones generales para el 20 de noviembre próximo. Ha justificado su decisión en la necesidad de aportar "certidumbre política y económica", pero tal explicación resulta poco convincente si se considera que hace sólo un par de semanas argumentaba que la apertura de un proceso electoral podía generar "inestabilidad política y económica". Quizá la causa real –o, al menos, la principal– del adelanto habría que buscarla en el interior del PSOE y en el escenario de la izquierda. En concreto, en la dificilísima situación en que se encuentra el candidato Rubalcaba para atraer a votantes de izquierda con propuestas sociales creíbles, cuando el Gobierno, del que para más señas formaba parte, continúa aplicando políticas inasumibles para ese electorado. Los movimientos que se están produciendo a la izquierda del PSOE y la creciente influencia de los indignados en la agenda política seguramente también pesan en la estrategia socialista. Por más que Zapatero se empeñase en agotar la legislatura, casi no había dirigente socialista que apostara por esa opción insostenible. Lo realmente sorpresivo del anuncio de ayer han sido su inusual antelación –lo que podría explicarse por el estado de ánimo de Zapatero– y la fecha, que
coincide con el aniversario de la muerte del dictador Franco. Zapatero alega que se trata de "una fecha cualquiera", cuando evidentemente no lo es. Haya o no existido intención en la selección de la fecha, el hecho es que, para el futuro del PSOE, estas serán unas elecciones generalísimas.

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