Antonio Baños

Taxez-nous!

Ya tenemos un nuevo grupo de indignados. Son franceses y son dieciséis. Personas hartas de la crisis que han lanzado un sonoro grito de guerra inédito en las pancartas de las plazas españolas: Taxez-nous! ¡Cobradnos impuestos! dice la proclama insurgente. Y es que 16 de los más millonarios de entre los galos, han escrito una carta pública en la que se muestran preocupados por el déficit francés (que esta en un 7% en el 2010) y por la deuda, que ya supone un 86% del PIB. Estos nobles dieciséis han aparecido a la estela de un artículo de Warren Buffet en el New York Times que tenía un mensaje similar: "Dejad de mimar a los super ricos" A lo largo de la historia ya se han dado casos (pocos) de ricos a los que les quema la pasta en las manos. Entre los filósofos cínicos destacan los casos de Diógenes y Crates, ambos vinculados a las finanzas, y que dieron su fortuna para ir en busca de la virtud. Quizá los dieciséis tengan en mente el ejemplo de su paisano Pedro Valdo de Lyon, que vio morir a su mejor amigo. Su confesor le consoló con aquello de San Mateo "vende lo que tienes y dalo a los pobres" y Valdo se lo tomó de forma literal. Pero no sé por qué me da que la carta de estos potentados no es el reflejo de una profunda crisis de fe sobre la legitimidad de sus millones. Y que más que seguir a su confesor, han hecho caso a sus asesores fiscales. Entre los antiguos ya existía una forma de sacrifico, la apotrópaia, que consistía en arrojar una cosa poco valiosa para distraer a los espíritus y que te dejen de perseguir. Perder una parte para salvar el todo. Y como la cosa está tan peluda, quieren desviar la presión social sobre ellos y nos lanzan un hueso para que les dejemos de ladrar. Por eso, más que inspirados en San Francisco de Asís, los samaritanos millonarios son más devotos de un santo francés: San Martín de Tours. Este hombre, viendo un pobre tiritar de frío, le dio su capa. Bueno, sólo la mitad de la capa. Que una cosa es ser santo y otra, tonto. Más tarde, como poderoso obispo, dicen que tenía una magnífica plantilla de 20.000 esclavos a su servicio. Toda una inspiración para los dieciséis.

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