A ojo

Justicia salomónica

El entonces todavía candidato a la presidencia Barack Obama dijo hace unos meses, en un discurso pronunciado en una aldea israelí, que también él se defendería "si alguien tirara cohetes contra la casa en que mis hijas duermen de noche", como hacen desde Gaza los combatientes del Hamás palestino contra Israel. Defensa propia.
No voy a definir lo que es defensa propia. Es propia: es subjetiva. Israel llama así a la suya, o sea, a sus bombardeos sobre la palestina Gaza, como los palestinos llaman así a la suya, o sea, a sus lanzamientos de cohetes sobre las aldeas de Israel. Ambas son defensas propias, aunque, si bien se mira, son ataques. Pero es que "no hay mejor defensa que el ataque", asegura la sabiduría popular, digan lo que digan las normas del derecho (¿la sabiduría popular de cuál pueblo? ¿Y el derecho de dónde?).

Lo que quiero ilustrar con la frase de Obama es la razón por la cual el conflicto entre israelíes y palestinos se eterniza en la sangre de las represalias en vez de resolverse de una vez por todas en una hecatombe militar definitiva o en un acuerdo diplomático. Esa razón, al margen de las causas históricas del enfrentamiento y de la justicia o injusticia de las posturas respectivas, es que los Estados Unidos también consideran "propia" la defensa de Israel. Desfachatadamente, como lo hace ahora el presidente Bush. O disfrazándola con hipócritas precauciones retóricas sobre la paz, como lo hicieron los presidentes Clinton o Carter, que pretendieron resolver la disputa salomónicamente. Si es que, dado el contexto, es posible usar en este caso el nombre del rey judío Salomón como epítome de justicia.
No importa quién gobierne en Israel, ni quien lo haga en los Estados Unidos: los dos son aliados, por decirlo así, siameses. No se pueden separar. Y no van a partir al niño en dos mitades, como lo demuestra el hecho de que Obama, hace unos meses, fuera a pronunciar un discurso electoral norteamericano en una aldea israelí.

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