A ojo

Loco conocido

Eso que llaman la "comunidad internacional", y que responde al nombre de Hillary Clinton, está pesando los pros y los contras de invadir a Libia, en donde el coronel Gadafi no se ha dejado correr a sombrerazos. Dice Clinton:
–Yo pienso que es muy importante que esto no sea un esfuerzo dirigido por los Estados Unidos, porque esto viene del propio pueblo de Libia. No viene de afuera, no viene de, digamos, alguna potencia de Occidente o algún país del Golfo que venga a decirles a ustedes (los libios) que esto es lo que deben hacer, o que así es como deben vivir.

Y es que una intervención militar directa suele tener más contras que pros. Por si no tuvieran todavía en el hombro el hedor de las llagas de Irak y Afganistán, a los Estados Unidos les bastaría como consejo de cautela el recuerdo de que todas sus empresas bélicas del último siglo (con la muy notable pero única excepción de la II Guerra Mundial contra Alemania y el Japón) han terminado en derrotas: destruyendo al enemigo de turno, pero dejando en sus manos lo que se pretendía tomar de él: así en Corea, así en Vietnam, así en Camboya, en Cuba, en Angola, en Mozambique. Así hasta en la insignificante Somalia, para no volver a mencionar a Irak y a Afganistán. ¿En la islita caribeña de Grenada, por cuyo machacamiento el presidente Ronald Reagan repartió más condecoraciones y medallas de oro y bronce que el peso de pólvora y plomo de las balas disparadas? Ni siquiera la toma de Panamá, que sólo consistía en cruzar una calle, logró sus objetivos. Cayó preso el dictador local, perseguido por narcotráfico. Pero el narcotráfico a través de Panamá se multiplicó por diez.
No es la cautela, y menos el respeto por la autodeterminación de los pueblos de que habla Hillary Clinton lo que contiene a los Estados unidos frente a Libia: jamás se ha dado ese caso. Lo que pasa es que no creen que quien pueda reemplazar a Gadafi vaya a ser mejor aliado para ellos. Es un dictador que tiraniza a su pueblo, pero que a los países de Occidente les vende barato su petróleo, les compra caras sus armas, les deposita todo su dinero en las cuentas de sus bancos y les cuida las espaldas contra la amenaza social de la inmensa inmigración hacia Europa venida del África subsahariana.
Será un loco. Pero un loco conocido vale más que un cuerdo por conocer.

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