A ojo

Curioso silencio

Un gobernante en ejercicio acaba de romper el tabú de la legalización de las drogas, y por lo visto nadie se ha dado cuenta. Hace una semana, en una entrevista para The Guardian de Londres, que no es precisamente una publicación clandestina, dijo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos:
-No me voy a convertir en la vanguardia de ese movimiento [para legalizar las drogas], porque me crucificarían. [Pero] lo recibiría con satisfacción. No estoy en contra.
Parece una obviedad. Desde hace 40 años –desde que empezó– ha sido evidente que la prohibición de las drogas es una insensatez y un fracaso: no sólo no desalienta su consumo masivo, sino que multiplica sus daños. Lo han dicho mil veces economistas, filósofos, médicos, políticos en campaña o retirados. Pero nunca, hasta ahora, lo había dicho públicamente un gobernante en ejercicio. Varios expresidentes latinoamericanos sí: pero cuando ya eran ex. Un presidente estadounidense también, Barack Obama: pero antes de ser presidente.

Repito: ninguno en el ejercicio del poder. Ni siquiera los más opuestos en otros campos a la política de los Estados Unidos, que son los inventores y promotores de la insensata y fracasada prohibición universal. Ni los ayatolás de Irán, en donde la producción, el comercio y el consumo de las drogas prohibidas por los norteamericanos se castigan con la horca. Ni el coronel Hugo Chávez, que expulsó de Venezuela a la agencia antidrogas norteamericana pero se proclama el más convencido perseguidor del narcotráfico. Ni Felipe Calderón de México, heredero o competidor de Colombia como principal país víctima de la corrupción y la violencia generadas por las mafias de las drogas prohibidas. El colombiano Juan Manuel Santos es el primero que lo hace. Antes de llegar al poder lo había dicho también, como tantos: pero es el único que, hasta ahora, ha sido coherente desde el poder con sus declaraciones anteriores sobre el asunto.
Y no ha habido comentarios. Ni aplausos, ni condenas. Nada. Todos los gobernantes del mundo llevan 40 años diciendo que las drogas (prohibidas) son el más grave flagelo de la humanidad; y cuando finalmente uno de ellos se atreve a decir que "no está en contra" de que se intente reducirlo mediante la receta no ensayada de la legalización, la única respuesta es un vasto silencio.
Curioso, ¿no?

Más Noticias