Apuntes peripatéticos

Automejora

"Auto" es uno de los prefijos bisilábicos más útiles que tenemos en el idioma y, como tantas cosas más, se lo debemos a los griegos. "Propio o por uno mismo": así lo define el diccionario de la Real Academia de la Lengua, que aduce el vocablo autosugestión para ejemplarizar su función "como elemento compositivo que entra en la formación de algunas voces españolas". Un término más cotidiano habría sido –elijo al azar– autobombo, autonomía, autocensura o autodefensa. Quienquiera es libre de inventar las voces que se le antojen utilizando la misma fórmula. Como la que se propone en el título de este apunte, calcado del inglés self improvement y que me imagino se le ha ocurrido a alguien antes que a mí. Se trata, desde luego, de una aspiración más modesta que el autoperfeccionamiento, imposible en este valle de lágrimas donde toda perfección, menos la de la muerte, es una quimera.

Desde hace años el self improvement está muy de moda en el mundo anglosajón, dando lugar a una multitiplicidad de libros del tipo Cómo perder peso sin dejar de beber alcohol o Cómo aprender alemán en un mes. Con la crisis actual no sólo se han disparado en un 25% los nuevos títulos sino que se van reeditando algunos clásicos del género, entre ellos el más célebre de todos, Cómo ser popular e influir en la gente (1936) del norteamericano Dale Carnegie, con su programa basado en el positive thinking (el pensar positivamente). No hay mal que por bien no venga, como se sabe, y en esta España malparada también se va notando una creciente afición a tales manuales. Ojalá no todos defrauden.

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