Balagán

Egipto

Los disturbios en Egipto con motivo del segundo aniversario de la Revolución del 25 de enero indican que dos años después de la caída de Hosni Mubarak la situación sigue sin estabilizarse, y lo peor es que no hay indicaciones de que las cosas vayan a mejor.

Los disturbios de los últimos días se han cobrado nueve vidas en Suez (y 31 en Port Said, en unas protestas de índole tanto "deportivas" como políticas). Ayer en Port Said hubo por lo menos ocho muertos más durante los funerales por las víctimas del sábado.

La oposición ha amenazado con boicotear las próximas elecciones legislativas para las que todavía no hay fecha aunque se supone que tienen que celebrarse en el transcurso de la primavera.

Los partidos opositores, que son básicamente los laicos, exigen, entre otras cosas, la formación de un gobierno de transición integrado por independientes, la reforma inmediata de la Constitución y hasta la convocatoria de elecciones presidenciales puesto que no aceptan las que se celebraron hace unos meses con la victoria del candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohammed Mursi.

La oposición ha amenazado con nuevas protestas si no se atiende a sus demandas y Mursi ha suspendido el viaje que debía llevarlo a Adis Abeba para participar en una cumbre africana. Además ha decretado el toque de queda en tres ciudades y ha convocado a la oposición para celebrar un diálogo nacional.

La intervención del ejército en Port Said y en otras localidades se ha producido como consecuencia de la impotencia de la policía, que no ha sido capaz de controlar los disturbios por sí sola, otro motivo de preocupación.

Es muy difícil pronosticar una reconciliación. La oposición exige que los islamistas se comporten como liberales, pero como no lo son lo lógico es que las fricciones continúen sin solución de continuidad.

La oposición ha hecho a Mursi responsable de las muertes y lo ha acusado de no ser el presidente de todos los egipcios sino únicamente de los Hermanos Musulmanes.

Los incidentes de cuatro últimos días indican que los ánimos siguen caldeados y que el diálogo probablemente no acerque posiciones. Esta circunstancia seguramente conducirá hacia una violencia endémica que poco a poco se irá consolidando.

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